Cada vez que asoman la nariz por el poder los socialistas, se nombra un día sí y otro también el franquismo. Si además añadimos a la colección a populistas, izquierdistas y nacionalistas, ya tenemos el progresismo como dogma de fe, como si no existiera otra cosa. El problema de este partido es que nunca han sabido gobernar y les puede más el odio y rencor, por eso en esta nueva etapa de prestados en la Moncloa su primera gran medida ha sido intentar desenterrar los restos del general, saliéndoles el tiro por la culata y consiguiendo que salgan de sus casas todos aquellos que quieren engrandecerlo, y lo peor es que vuelven a echar a pelear a hermanos que ya sufrieron la separación por la terrible guerra civil española.

Jamás he sido franquista, falangista y ni siquiera flechilla. Nací en marzo de 1936 y mi padre, militar, que estaba en África, vino a conocerme una vez finalizada la contienda. De los 6 hasta los 17 años me crié en Jaén junto a mis hermanos, en el seno de una familia católica de clase media-baja. Nunca he pertenecido a un partido político, no recibí ninguna prebenda del régimen, por lo que no tengo ninguna razón para odiarlo ni para destacarlo, aunque me considero de ideas conservadoras y respetuoso tanto del régimen como de la democracia.

Recientemente y en este mismo medio, Ortsac escribió, desde su óptica, siendo bastante mayor que yo y con mucho conocimiento, los avatares de la etapa del año 32 al 36, los motivos del enfrentamiento entre nacionalistas y republicanos, poniendo el dedo en la llaga en lo que ambos perdieron en esa horrible guerra fratricida. No es lógico que 80 años después pretendan ganarla a base de decretos o leyes incoherentes. No se resignan, por eso seguimos con dos Españas en el siglo XXI. Y gracias a los partidos políticos que se sientan en el Parlamento, somos la vergüenza de Europa, y lo que es más indignante, que este desdichado pueblo tiene que aguantarlo.

De la literatura existente sobre aquellos acontecimientos parece que solo es verdad la que tiende hacia la izquierda. Hablan de la república como si fuera la panacea que va a resolverlo todo, pero lo peor es que han enredado tanto, que han terminado creyéndose sus propias mentiras e intentando imponer una Ley de Memoria Histórica, como si los muertos solo hubiesen caído de un solo lado. Entiendo que todo aquel que perdió un ser querido desee recuperar sus restos para enterrarlos debidamente, pero todos los caídos y desaparecidos, tanto de izquierda como de derecha.

Cuando llegó la democracia en 1978, empezaron a salir demócratas de debajo de las piedras. Llevaba viviendo en la Isla más de veinte años y nunca conocí a ninguno y menos a perseguidos. La "chivata" solo llevaba al calabozo al borrachito de turno. Lo de ideales políticos o estudiantes progresistas fue muchos años después de aprobar la Constitución.

Recuerdo acudir a reuniones en asociaciones, sin ánimo de lucro, deportivas, culturales?, siempre en horas de tarde-noche, y nunca vino nadie a interrumpirlas. En aquellos años los ideales de la gente eran el trabajo y luchar por su tierra. Cada uno cuenta qué le pasó o su percepción de la situación, y yo solo puedo contar lo que viví en Jaén, la primera y única vez que vi al caudillo. Acompañado de mi amigo Pepe Ramírez, presenciamos un paseo del general desde el Gobierno Civil hasta la Catedral, en el que fue interrumpido por cientos de personas que se peleaban por besarle los pies. Eso no quiere decir que estuviera a su favor, simplemente nos sorprendió el colapso en la calle y quedó inmortalizado para la historia, teniendo en cuenta que en Jaén siempre han sido muy de izquierdas, incluso los terratenientes olivareros.

¿A dónde nos lleva este partido socialista? A un país patas arriba que da ventajas a Cataluña para su separación. Preocúpense por los problemas cotidianos, por las carencias del pueblo y por el hambre, que fue precisamente una de las causas del enfrentamiento. No creo que los españoles estén dispuestos a coger el fusil. Dejen a Franco enterrado de una vez. Estamos en democracia y tanto vale los que lo defienden, como los que lo detestan.

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