A la memoria de mi amigo Ernesto Zamorano

Sí, el mundo sigue andando. Sin parar. La vida es así, y su tránsito nos deja, una y otra vez, miles de recuerdos, que se avivan con los años, y las aventuras que en ellos hemos pasado, con más o menos fortuna.

Viene esta reflexión a cuento, porque el dedicarle este recuerdo a mi querido e inolvidable amigo Ernesto Zamorano -Nesti para los amigos- tenía que ser encabezado necesariamente con mi "El turismo que viene, a examen", porque con este singular amigo nuestro era imposible pasar un rato hablando sin acordarnos de Manila, París, Londres, Hong Kong, o las mismísimas calles de Caracas?

Nesti había recorrido más de medio mundo. Cientos de países. Junto a su querido jefe y mentor Ramesh Daswani -tristemente fallecido, también hace unos años-, les atendimos en la isla Margarita, Venezuela, escogiendo perlas en los regios manteles de la casa de los Ávila, o visitando las playas de la Península de Macanao? Uno de los cientos de encuentros con estos dos personajes juntos, que fueron desde sus propias oficinas en la recordada gran empresa Maya, hasta los mas suntuosos salones del Hotel Mencey, o el Reina Isabel, canarios, sin que podamos olvidarnos de la brillante recepción ocurrida en Venezuela, junto al llorado amigo Alberto de Armas, embajador por aquel entonces de España en ese país.

Pero es que nuestros recuerdos de Nesti van todo lo mas allá que la vida nos puede llevar. Vivimos juntos nuestra adolescencia, desde que tenemos uso de razón. Nuestras viviendas en la calle de la Rosa, en ese barrio de El Toscal, desaparecido hoy por "el progreso", estaban casi frente por frente. Nuestra inquebrantable amistad estaba solidificada precisamente en haber crecido y madurado juntos en este complicado mundo, donde el culto a la fidelidad, la amistad, el honor y la decencia parecen haber perdido la batalla de su supervivencia. Nesti era un ejemplo de esa supervivencia. Todos esos valores que hoy están cuestionados, los atesoró y los expandía por los cuatro costados, desde sus más íntimos actos. Con la sonrisa siempre oportuna, y el último chiste político en su memoria, era un animador nato de nuestras queridas e inolvidables reuniones, en los últimos años alrededor del clásico escaldón canario, el queso fresco y el inevitable "conejo frito"? Era su amistoso logro: la creación del grupo "conejo frito", de cuya especialidad canaria era un experto conocedor de los lugares donde lo preparaban mejor. Desde los altos de Ravelo hasta las cumbres de Araya, él sabía y buscaba el lugar donde esta especialidad era de lo mejor?

Con su carácter diligente y serio y especial preparación personal fue una auténtica referencia en sus puestos de trabajo, primero en el Consulado Británico de Santa Cruz de Tenerife, donde adquirió una excelente preparación, hasta más tarde en la Dirección General de la gran empresa Maya, donde -desde ese importante puesto- tuvo oportunidad de atender hasta a los reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, pasando por toda la serie de personalidades importantes que visitaban Tenerife, pues Maya era de obligada visita por la calidad y la diversidad de sus ofertas, siempre en la primera línea de las novedades mundiales en cuanto a electrónica y productos de importación. Ahí, en ese escenario, Ernesto Zamorano era el hombre amable, capacitado y eficiente, que llevaba su simpatía como bandera de sus actos y su gran conocimiento sobre los productos que ofrecían a toda la selecta clientela que permanentemente visitó Maya.

Nesti era, además, un tratado del conocimiento turístico. Con él pasamos muchas horas en solitario, cambiándonos impresiones viajeras, donde teníamos anécdotas y vivencias, desde el interior de los aviones hasta las más selectas suites de los Hilton, Marriot o Intercontinental, o las tabernas de La Boca, de Buenos Aires, o la Bodeguita del Medio cubana?

Nuestros paseos mañaneros en la plaza del Príncipe, de Santa Cruz de Tenerife, después de la misa de doce en la iglesia del Pilar, quedan bien guardados en los múltiples recuerdos que nuestra larga vida atesora, y que tantos buenos ratos pasamos juntos en los palomares de nuestra juventud, en esa calle de La Rosa que anteriormente mencionamos, y que dan fe de una amistad imperecedera, donde tantos amigos del alma están hoy involucrados.

Un hombre bueno que, como muchos otros, se nos ha ido, pero cuyo recuerdo, por su bonhomía y su inquebrantable fidelidad, siempre permanecerá con nosotros, en especial ese grupo selecto que estos pasados años hemos compartido con Nesti algunas de las mejores horas de nuestra vida. Lito, Paco, Sema, Mario, Miguel y Elviro, seguro que estarán con nosotros en este sentido recuerdo.

Parodiando al insigne Rubén Darío, le dedicamos este verso a la memoria de Nesti: Amistad divino tesoro / siempre presente en mi ser / cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer? Y el mundo sigue andando?