Un elevado número de piezas de valor excepcional del patrimonio artístico de San Cristóbal de La Laguna se debió primordialmente a la rivalidad, enconada en numerosas ocasiones, de los feligreses de las dos parroquias establecidas en nuestra ciudad hasta bien entrada la segunda mitad del pasado siglo XX: Nuestra Señora de la Concepción, matriz de todas las de la isla de Tenerife, y Los Remedios, creada apenas un cuarto de siglo después de la fundación de la primera, que acabaría por convertirse en Catedral.

Parroquianos de la villa de arriba y la villa de abajo, como a sí mismos se denominaban unos y otros, compitieron durante siglos, a veces con vehemencia y pasión que asombran en la actualidad, para que las celebraciones religiosas en sus respectivos templos superaran en magnificencia y brillantez a las del otro.

Si una de las parroquias, por ejemplo, sorprendía a propios y "extraños" con un hermosísimo púlpito, no tardaría la rival en adquirir otro, a ser posible más bello y admirable, diferente y de mayor originalidad. Igual ocurrió con las andas monumentales del Corpus y con tantas y tantas piezas de arte destinadas al culto que no es menester relacionar, pues siguen siendo parte muy importante de sus bienes cuando no han desaparecido.

Desde esa perspectiva histórica hay que valorar que también los dos grandes cuadros de Ánimas, los de mayores dimensiones de todo el Archipiélago, realizados además los dos por el gran maestro del barroco canario Cristóbal Hernández de Quintana, pertenecieran al acervo artístico de esta ciudad.

La devoción a las Ánimas del Purgatorio está documentada desde muy temprano en San Cristóbal de La Laguna, como en toda Canarias. Ha sido objeto de diferentes estudios desde distintas perspectivas. En Tenerife son numerosos los cuadros con esta representación plástica que se hallan en sus iglesias, que, al llegar noviembre, se adornaban la mayoría muy sobriamente hasta tiempos recientes sólo con cirios y lamparillas ardientes en notoria cantidad.

Según el regidor don José de Anchieta y Alarcón, en su "Cuaderno de citas" (Edic. de Daniel García Pulido, 2017), de las dos cofradías de esta advocación que estuvieron establecidas en nuestra ciudad, la más antigua la fundó Bárbola Rivera en la Concepción "por su testamento [del] año 1616, en 10 de febrero, ante Tomás Palenzuela", mientras que la otra, la de los Remedios, se constituyó un siglo más tarde por iniciativa de José Uque Osorio, que así lo dispuso en su testamento de 1718.

Mientras el cuadro de Ánimas de la Catedral, restaurado convenientemente, luce en todo su esplendor, del de la Concepción no puede decirse lo mismo. Cuando en 1974 se desplomó la cubierta del templo de la iglesia matriz, el lienzo permaneció durante meses a la intemperie, sin la menor protección, e incluso continuó así cuando comenzaron las obras de restauración del templo, hasta que cierto periodista que pasaba un mediodía por delante de una de las puertas del edificio, que por descuido de los operarios había quedado entreabierta unos momentos (se habían dado órdenes tajantes para impedir que nadie, incluso el párroco, accediera al interior), se percató del peligro que corrían cuadro y retablo, así como otros cercanos, y lo denunció en su periódico. Fue cuando se corrigió el desaguisado y muy posiblemente se evitó su destrucción.

Si al deterioro que entonces debió de haber experimentado el lienzo se suman, desde que Quintana lo pintó, tres siglos de velas y aceites desprendiendo emanaciones y vapores, alteraciones de humedad, acumulaciones de polvo e insectos, reconstrucciones y reformas del templo y defectos de conservación, amén de la acción arrasadora del tiempo transcurriendo, se comprenderá que su estado actual no sea el adecuado para apreciar en toda su magnitud las calidades que sin duda encierra esta valiosa obra de arte, de ejecución anterior a la del templo catedralicio y también de menor tamaño -aunque mide tres metros de alto por dos metros y cuarenta centímetros de ancho-, porque dificultan cualquier estudio comparativo de calidades y de paleta.

Ahora que están en trámite los presupuestos de la Comunidad Autónoma sería deseable que la dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, de acuerdo con el Obispado nivariense y el Cabildo, y hasta con el ayuntamiento, incluya en su programa de restauraciones para 2019 la limpieza integral de este magnífico lienzo de Quintana, un eslabón sobresaliente de nuestra herencia cultural propia, la generada por los canarios en Canarias. Y que, por su magnitud y sobre todo por su categoría artística, la realicen restauradores solventes, acordes con la obra que se pondría en sus manos; pues algún lienzo de Ánimas hemos visto restaurado por ahí, que mejor es no hablar.

*Cronista oficial de San Cristóbal de La Laguna