Antonio Alarcó desafía todos los parámetros para que a cualquier persona le dé un infarto. El concejal, senador, tridoctor, profesor y catedrático en Cirugía ha sido designado hace unos días en Taiwán vicepresidente del Colegio Mundial de Cirujanos. En su profesión, Alarcó es incuestionable, si bien en su faceta política, como todos los del orbe, es criticable. No es habitual que un profesional de la talla de Antonio se meta en política, sencillamente porque fuera de ella vivirían mejor. El personaje de marras es lo que desearíamos todos que fuera la mayoría que se dedica a la política. Individuos destacados en la vida civil, que deciden dedicarse durante un tiempo a esto de la política, de tal manera que no encontraríamos mediocres en sus profesiones que llegan a lo público a medrar, a hacer carrera y a ganar el dinero que nunca ganarían por sí mismos.

El cargo que ocupa hoy Alarcó como vicepresidente del Colegio Mundial de Cirujanos no es que no lo haya ostentado ningún canario, es que no lo ha ostentado ningún español. Antonio es un personaje absolutamente atípico que consigue tener el don de la ubicuidad. Y por si fuera poco, políticamente tiene la capacidad de conseguir una barbaridad de votos personales que lo han llevado a ser designado senador hasta cuando Zapatero era presidente y tenía todo en contra. Es un lujo poder contar con políticos de tal alta alcurnia en su faceta profesional, porque los lleva a conocer más mundo, otras maneras de gobernar, más civilizaciones y su funcionamiento. Yo me alegro por el profesor Alarcó, y que nunca las mañas pierda.

@JC_Alberto