Me encantan las nuevas tecnologías. Reconozco que sobre todo al principio había sido un poco renuente a estas novedades tecnológicas, pero, una vez que te acostumbras, es un mundo apasionante. Eso sí, un mundo que debes dominar tú, sin dejar que no te dominen las tecnologías a ti.

¿Y cuándo te dominan las tecnologías? En muchísimas ocasiones sin que nos demos cuenta. A diario. Se han convertido en un instrumento tan cotidiano, que las usamos sin darnos cuenta, e incluso, no podemos concebir nuestra rutina sin utilizarlas alguna vez durante las 24 horas del día. Lo peligroso es su uso indebido. Por ejemplo, cuando vas conduciendo y miras el WhatsApp o, lo que es peor, centras tu atención en leer los correos electrónicos en vez de centrarte en la carretera. Tengo algunos amigos que me sacan de mis casillas porque son capaces de conducir, atender el iPhone X y contestar los mensajes. Es increíble pero les puedo asegurar que, lamentablemente, así es. Aunque cada vez menos.

Si en la mañana te levantas y antes de "hacer las primeras aguas" miras primero el WhatsApp, por si durante tus horas de sueño alguien te ha mandado mensajes a horas intempestivas, estás en peligro. Te domina la tecnología.

Si antes de cepillarte los dientes, tienes que mirar irremediablemente el iPad para ver el Twitter y contestar? ¡Peligro, te domina la tecnología!

Si miras más de diez veces al día si tienes nuevos seguidores en Twitter, Facebook o Instagram, o le preguntas a algún amigo/a cuantos seguidores tiene y, en caso de tener más que tú, te entra una cierta envidia. Cuidado, te está dominando la tecnología.

Si cuando vas al baño a hacer tus necesidades en vez de llevarte el periódico o las revistas del corazón, te llevas el iPad o el smartphone y te puedes estar unos 22 minutos más después de haber "hecho el encargo". Ni lo dudes, te domina la tecnología.

Si vamos a un restaurante con varios amigos, llega el camarero a tomar la comanda y ninguno atiende porque están todos absortos contestando los mensajes. Además de una falta de respeto, ten seguro que les domina la tecnología. Y además, ¿para qué quedamos entonces? Mejor hablamos por el grupo de WhatsApp ya que nos domina la tecnología.

Si has olvidado el teléfono móvil en tu casa y regresas después de haber circulado 5 o más kilómetros. Peligro, te domina la tecnología.

Si estás jugando un partido al pádel y cada 10 minutos vas a mirar tu teléfono. Además de que no vas a ganar ningún punto, te puedo confirmar que te domina la tecnología.

Si vas caminando por Candelaria, puedes estar andando y mandando WhatsApp a la vez. Ten cuidado, porque además de que te domina la tecnología, te puedes dar un taponazo contra la farola.

Si en el derbi Madrid-Barça estabas en el Camp Nou y no viste uno de los cinco goles porque estabas contestando un mensaje insulso, te está dominando la tecnología.

Si antes de aterrizar en un vuelo, donde nos dicen que tenemos que mantener los teléfonos móviles apagados hasta llegar al edificio terminal, haces caso omiso, lo enciendes y le has mandado un mensaje a tu hermano diciendo: "Ya llegué, bro". Peligro, te domina la tecnología.

Si puedes tener más de 6 ventanas abiertas a la vez en tu tablet y estar pendiente de todas ellas, además de que eres un fuera de serie, asimila que te ha abducido la tecnología.

Si todos los días miras el App Store o Play Store para actualizarlo. Peligro, porque te domina la tecnología.

Si tienes en tu iPhone más de 50 aplicaciones y cada vez que te dicen que un programa es gratis, tú te lo bajas, sin importar de lo que sea. Peligro, se te va a petar el móvil por tu pasión por la tecnología.

Si te cabreas, por dentro y por fuera, te pones de mala leche cuando llegas a algún sitio y no hay wifi ni cobertura. Peligro. Te domina la tecnología. Un inciso, tengo amigos que son expertos en saber en qué sitios disponen de wifi en Santa Cruz y dónde no.

Debo reconocer que en algunas cosas soy un esclavo de la tecnología. Bueno, realmente, esclavo no, porque disfruto de ellas. Disfruto investigando, navegando cuándo tengo tiempo, averiguando en Twitter, colgando mis reflexiones, analizando y enterándome de lo que pasa en el mundo a tiempo real.

Muchos, a veces también espiamos (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra), y yo creo que es bueno. Si no quieres ser espiado, pues no escribas nada. Al final, todos somos un poquitito "cibercotillas" ¿Me equivoco? Y muchas veces, los que nos espían piensan que lo que escribimos -si es alguna indirecta o frase rebuscada- se lo dedicamos a ellos. Un amigo mío informático me enseñó un programa donde me dice quienes visitan mi Facebook y cuántas veces entran al día, cuánto tiempo están en mi página, etc. Pues el otro día pude comprobar -casi nunca miro ese programa- que una señora había entrado en mi Facebook, en menos de seis horas, ¡hasta 18 veces! Yo pensé, que raro, tanto observar mi perfil cuando nunca me ha puesto ni un simple "Me gusta".

El mundo evoluciona, nuevas herramientas surgen cada día. Todo ha cambiado, lo que no sabías de alguien, alguna red social te lo cuenta. ¿Cuántos hemos retomado el contacto con personas a las que habíamos perdido la pista y que nos regalan preciosos reencuentros varios años después? Un amigo viajero, del que ya les hablaré otro día, me contó que hasta la tribu de los masái usan las redes sociales. Imaginen la estampa: el masái, en el corazón de Kenia, con su indumentaria habitual, sus peculiares ornamentos, con el resto de su tribu después de ir a pasear las vacas o recolectar; con un móvil de última generación, enviando un saludo por Facebook, a los turistas que conoció en su último viaje.

Tenemos que vivir con estos avances tecnológicos, saberlos utilizar, pero siempre haciendo un uso adecuado, responsable y evitando los excesos. Es necesario tener tiempo para nosotros, no despreciar nunca una buena conversación, aunque la del WhatsApp sea más interesante, y disfrutar. Y es que no es lo mismo hablar mirándonos a los ojos, regalarnos una buena carcajada, en lugar de las frías conversaciones telemáticas con emoticonos. Más abrazos reales y menos emoticonos color naranja.

Tenemos que disfrutar las nuevas tecnologías. Saberlas disfrutar. Yo, en algunas cosas, reconozco que me dominan, aunque todavía no es grave.

Saludos a la señora y a aquellos que han usado un dispositivo tecnológico para leerme hoy. A los románticos, que me leen tomándose un café y este periódico en la mano.

¡Gracias por aún disfrutar de los placeres de la vida, viviendo a un ritmo lento! Ustedes, quizás, aún no están en peligro de que la tecnología les domine.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico del Cabildo de Tenerife