Veinticinco millones de euros no solucionan las necesidades apremiantes y las graves carencias del patrimonio histórico y cultural de Santa Cruz de Tenerife, pero marcan un hito e implican un punto de inflexión en la política municipal. En las últimas fechas se hizo público un listado de actuaciones que, junto a la recientemente restaurada plaza de los Patos, incluye recintos e inmuebles que, pese a su carácter emblemático y posibilidades de uso, padecieron un lamentable olvido.

"Para reparar un agravio histórico con la ciudad", según el alcalde Bermúdez, el parque Viera y Clavijo absorbe casi la mitad del presupuesto; tras la redacción del proyecto y la licitación, se sitúa el comienzo de las obras en 2020. Iguales circunstancias y plazos concurren en el Templo Masónico, entre los más originales y valiosos de España, al que se destinan casi dos millones.

Parece que, después de reclamaciones razonadas y pacientes esperas, el cementerio de San Rafael y San Roque, donde descansan los restos de próceres políticos e intelectuales decimonónicos, se convertirá en el jardín y memorial histórico, cuidado y seguro, que la capital tinerfeña demanda.

También se atiende una buena alternativa para el hermoso casón de la plaza de Ireneo González, una de las mejores obras del arquitecto provincial Manuel Oraá, antaño Escuela de Artes y Oficios y actualmente dedicado a actividades prosaicas que caben en cualquier otro espacio. Con cuatro millones de euros y un proyecto en fase de redacción, se rehabilitará para acoger, junto a la de San Miguel de Bellas Artes, a otras reales academias de distintas disciplinas.

Estas noticias halagüeñas se completan con rehabilitaciones diversas y mejoras en la Casa de Carta, la obra más digna de la plaza de Candelaria y el futuro Museo de la Ciudad; en el cuartel de San Carlos, víctima de las frivolidades de moda que alteraron gratuitamente su estructura; la vieja Escuela de Comercio, en un enclave urbano privilegiado; las casas Siliuto y Mascareño y, al fin, el castillo de San Andrés que, antes de cualquier movimiento, deberá tener claro su futuro como fuerte restaurado o como ruina puntual, como hasta ahora. Esta es la nómina de previsiones que, ojalá, tengan absoluto cumplimiento.