Acaba de iniciarse un nuevo curso académico, por lo que la mayoría de los estudiantes universitarios ya han vuelto a las aulas o han accedido por primera vez. Estos últimos, en el argot estudiantil, son los denominados "novatos" y, por lo tanto, según la tradición académica, sufridores de las llamadas "novatadas".

Según la Real Academia Española, las novatadas se consideran "vejamen y molestias que los antiguos hacen a los recién llegados". O dicho de otra manera, "Broma, especialmente si es pesada o humillante, que los antiguos miembros de una colectividad hacen a los recién incorporados".

Las novatadas, lejos de percibirse como simples hábitos iniciáticos basados en la tradición universitaria, son consideradas por la sociedad como conductas reprobables, contrarias a la dignidad de las personas y, en los casos mas graves, como hechos constitutivos de infracciones penalmente sancionables, por el trato degradante, coactivo, vejatorio, incluso lesivo producido a los alumnos de nuevo ingreso.

Las novatadas tienen dos rasgos típicos que las caracterizan: el doblegamiento de la voluntad a través de la coacción psicológica o física, que menoscaba el ejercicio de la libertad, y por el establecimiento interesado de una jerarquía entre quienes las imponen y practican, y quienes las sufren, que rompe el principio de igualdad.

Los alumnos veteranos, que son quienes causan las novatadas, argumentan en favor de su aplicación y como excusa para legitimarlas, que son bromas inocentes cuyo fin es la integración de los novatos en el ámbito universitario. Afirmación ésta inadmisible ya que soportarlas no puede ser condición para ser aceptado. La integración de los nuevos puede y debe darse sin necesidad de recurrir a estos actos que no pocas veces humillan a la persona que las sufre.

Si lo que se pretende es lograr la integración de los nuevos estudiantes en el círculo de los veteranos, algo muy loable, resulta lamentable aceptar que para ser admitido o integrado en ese grupo sea a costa de ser humillado.

¿No sería mejor hacer otro tipo de actividades bien reguladas, organizando, por ejemplo, una chuletada? ¿No creen que sería una muy buena vía para relacionarse e integrarse en la vida universitaria durante los primeros meses del curso? Recibir a los novatos con una fiesta de bienvenida, es algo positivo. Las vejaciones y humillaciones, no. Por eso considero hacer un llamamiento a la mesura y a la responsabilidad para que las fiestas de bienvenida sean momentos para divertirse, para conocerse, para integrarse unos con otros, no para el menosprecio a la dignidad de las personas.

Suprimir las novatadas no supone impedir que reine entre los novatos y los veteranos un ambiente de buen humor. Todo lo contrario. Supone poner freno a unas prácticas que, amparadas en que se trata de una cosa que se ha hecho toda la vida, se siga manteniendo, porque estas prácticas se basan en doblegar la voluntad de las personas.

Hace algunas décadas la actitud frente a las novatadas era muy diferente. La gente se divertía y hasta hacía el ridículo pero de forma controlada. No había agresiones físicas y existía mucho mayor control por parte de los mas veteranos que no permitían que nadie se extralimitase.

Resulta muy difícil asegurar en qué momento las cosas cambiaron, cuándo dejaron de ser inocentes bromas para convertirse en actos humillantes para los estudiantes que las sufren. Las novatadas del pasado eran mas sanas y divertidas y si alguien no quería participar de ellas no estaba obligado.

En fin, las relaciones entre estudiantes universitarios deben estar basadas y distinguirse por la madurez, inquietud cultural, altruismo y comportamiento solidario, pero no por la mofa, la humillación, el insulto, el maltrato a otros, así como todos los actos que supongan atentados contra la dignidad de los mas débiles.