La magia no existe. Son trucos. Maniobras de distracción que llevan la atención hacia un lado mientras el mago escamotea una carta o una moneda con habilidad, para dar la sensación de que se ha evaporado. Y en política, la magia tampoco existe. Es un compendio de trucos sobados, frases usadas y estrategias lánguidas.

En el nuevo enfrentamiento Madrid-Canarias nos intentan distraer con que hay problemas de entendimiento jurídico. Con falta de voluntad. Y tal. Pero si uno fija la vista en donde tiene que fijarla, el asunto es que donde había dinero ya no lo hay. Y donde había política hay un enorme agujero de nuevas conveniencias.

Cuando José Manuel Soria llegó a lo más alto de su fulgurante esplendor político, en el Ministerio de Industria, las relaciones entre Madrid y Canarias se atascaron en una discusión eterna y en un desencuentro permanente. Cada uno hacía su discurso. Desde Madrid se acusaba a los gobernantes canarios -o sea, a Paulino Rivero- de hostilidad. Desde Canarias se acusaba a Madrid -o sea, a Soria- de altanería y prepotencia. Y entre todos la mataron y ella sola se murió. De golpe y porrazo los recortes con las Islas se multiplicaron y la pobreza arreció.

El caminar de la perrita de los socialistas canarios lleva un rumbo preocupante similar al de aquellos años de astenia. Los convenios que hay que firmar con las Islas se eternizan con el peligro de que en cualquier momento se pueden convocar unas elecciones generales que nos dejarían pasmados. No han pagado la deuda que el Gobierno de Rajoy nos escamoteó en carreteras. No han solucionado el sistema injusto con el que se malfinancia el estado del bienestar en las Islas y pretenden que en vez de derivar el superávit a servicios públicos lo destinemos a pagar deuda, cuando somos una de las comunidades con menor pufo de este país de comunidades endeudadas hasta las trancas.

Hacer política es servir a los intereses de los ciudadanos. Esto no puede convertirse en un eterno postureo electoral. Es fundamental que Canarias consiga una financiación que repentinamente parece haberse esfumado. Los desplantes y la mala educación institucional de Pedro Sánchez son irrelevantes, pero apuntan a un problema de fondo. Un "castigo" a Canarias que vamos a pagar los ciudadanos de a pata, no los que viven de una nómina oficial con flotadores.

Por mucho que tiren tinta de calamar, echando mano de argumentario, el problema es que de la chistera no está saliendo ningún conejo. Que el Fondo Monetario Internacional nos avisa de que los próximos años la guerra comercial supondrá una caída de 16.000 millones en las exportaciones españolas. Que hay que bajar seis décimas de punto de déficit público. Que Gran Bretaña se va de la Unión Europea y a las malas. Que baja el turismo. Que vienen curvas y nos van a coger en calzoncillos. Hacer magia dialéctica con esta evidencia no es hacer trucos, es hacer trampas.