Para ser incoherente sin costo alguno hay que ser muy listo. O estar en la oposición. Pablo Iglesias, que reúne las dos condiciones, ha salido siempre indemne de las enormes contradicciones entre lo dicho en un momento dado y lo hecho más adelante, cuando las circunstancias lo aconsejaban. Desde el pacto con los denostados comunistas a la compra de su polémico chalé. Pero Pedro Sánchez está gobernando a lomos de un proyecto regenerador marcado por el frontispicio de tremendas palabras: "Hemos venido a limpiar. Estamos limpiando. Y vamos a seguir limpiando". Pero a Don Limpio se le están trabando los pelos del cepillo en el microscopio mediático. Acumula ya dos cadáveres exquisitos. El de Máxim Huerta, ex ministro de Cultura, "cazado" de forma inmisericorde por algo que es moneda corriente entre muchos profesionales. Y el de la ministra de Sanidad, Montón, pescada en algo mucho más serio -de consecuencias imprevisibles- con un máster obtenido en el mismo instituto donde la ministra Aído, con la que trabajaba, había inyectado financiación.

Pero como a perro flaco todo son pulgas, la cosa no ha parado. Como en la historia de "Diez negritos" de Agata Christie -hoy la titularía "Diez seres humanos de color oscuro", para rehuir el insultante diminutivo- los fiambres se acumulan. Dolores Delgado, ministra de Justicia, tenía amistades peligrosas. Una especie de mafia policial que actuaba amparada por el Estado, para conseguir información sensible de empresarios y políticos. También le grabaron a ella, cuando era fiscal, opinando con ligereza del mundo de la Justicia que hoy administra. Y ha quedado fatal.

No está sola. El ministro de Ciencia, Pedro Duque, ha hecho lo que muchísimos más suelen hacer. aprovecharse de las posibilidades legales que el sistema te ofrece para mitigar tus obligaciones con Hacienda. Pero hay un problema. Lo malo de estar en la oposición y hablar más de la cuenta es que luego, cuando estás en el Gobierno, tus palabras se vuelven contra ti. De ahí ese sabio consejo de que más vale estar callado y parecer tonto que hablar y confirmarlo.

"Es inmoral tener al número tres de tu organización que ha creado una sociedad interpuesta para tributar la mitad de lo que le correspondería. Esa persona al día siguiente estaría fuera de mi Ejecutiva". Fin de la cita textual. Lo dijo Pedro Sánchez en 2015 metiéndole el dedo en el ojo a Juan Carlos Monedero, de Podemos. Y esas mismas palabras, usadas como puñal, son con las que despachó Pablo Iglesias la nueva minicrisis que padece el Gobierno de Pedro Sánchez con el ministro astronauta (ya se sabía que un Duque no iba a durar con los socialistas).

Juan Carlos Monedero, en su día, se cortó el cogote para dejar al partido al margen de la lluvia de reproches que le había caído por la financiación conseguida "de aquella manera" del gobierno de Venezuela. Desde luego de ninguna manera menos reprochable que la financiación que habían conseguido los restantes partidos políticos españoles, que se movían entre créditos condonados por la banca y favores de grandes empresas muy interesadas en la obra pública. Fue otro caso de la paja en el ojo ajeno en una política española que se desliza una y otra vez por el tobogán del suicidio. A Duque, de momento, no se le puede arrojar fuera de la cápsula porque como se vuelva a abrir la puerta de salida para una tercera expulsión al gobierno le va a entrar el vacío cósmico.

Algunos han querido ver el efecto de estos fuegos devastadores en las palabras que el presidente ausente ha dicho en el periplo que realiza por tierras americanas. Pedro Sánchez por primera vez ha admitido la posibilidad de convocar elecciones anticipadas. La oposición se va a lanzar precipitadamente a decir que, si se convocan, será fruto del desgaste. Pero no. Lo que el presidente está viendo es que toda su política de diálogo con Cataluña es absolutamente irrelevante porque el independentismo no quiere diálogo, sino secesión. Y eso es algo que cualquier analista de medio pelo era capaz de discernir desde el momento mismo en que empezó el manicomio catalán.

Pedro Sánchez y muy especialmente el PSOE están evaluando el deterioro que pueden sufrir con el desorden callejero y la crisis que puede producir un rebrote de los radicales por el secesionismo. Nada vale que se acerquen los presos, se hable de indultos y se manden chorros de dinero. Sánchez tendió la mano del diálogo asumiendo ciertos costes. Si este octubre se la muerden, se acabó la historia. Habrá elecciones cuanto antes. Como en la obra de Prokofiev, Pedro no quiere acabar como un pato cojo en la barriga del lobo catalán. Con dos ministros hundidos y dos tocados ya tiene bastante.