Se ha vuelto a reeditar el libro de Sergio Ramírez "Adiós muchachos" (los muchachos son los sandinistas), mientras Mauricio Rojas el pasado agosto duraba cuatro días al frente del Ministerio de cultura de Chile. Se atrevió a criticar el museo de la memoria histórica, objetando manipular emociones y obturar toda reflexión crítica. Algo fácil de colegir. La izquierda chilena apretó su antiguo dispositivo totalitario y lo hizo descabalgar del Gobierno.

Mauricio Rojas militó en la organización armada chilena MIR y pudo salvar la vida escapando a Suecia con más suerte que su madre, socialista, que cayó presa de Pinochet, torturada, finalmente logró exiliarse. Esta peripecia familiar la contaba Mario Vargas Llosa recientemente en El País a cuenta de su dimisión.

Tanto Sergio Ramírez como Mauricio Rojas han seguido el camino de la inmensa mayoría de jóvenes intelectuales de izquierda; la experiencia crítica y el impulso de elaboración de pensamiento les hicieron abandonar la izquierda y evolucionar a posiciones liberales, que deliberadamente en España se solapan como neoliberales. Eso es otra cosa, pero así profieren anatemas. A tal punto generalizado este fenómeno que es imposible encontrar actualmente intelectuales de izquierda, quitando a Wyoming, Víctor Manuel y Ramón Cotarelo. Hay que asumir que en la historia de España jamás ha existido un solo pensador de izquierda. Ni uno solo, a diferencia del entorno. Queda una izquierda del "yo" y sentimental, de consigna y presunción, o como en Chile, constituida en tribunales morales, a fuer de berroqueña, trasnochada y salmódica.

Se especula estos días que la socialdemocracia alemana, antorcha de esa ideología, pudiera ser rebasada por los populismos. La socialdemocracia alcanzado el Estado de bienestar -nadie lo ha eliminado ni quiere-, del que ha dejado de ser garante y paladín, como reconoció Jordi Sevilla, con su éxito ha llegado su derrota. Tanto Zapatero como Pedro Sánchez han jugado la baza de los derechos civiles como hace varias décadas el partido radical italiano de Marco Panella.

Sánchez ha de seguir el discurso populista haciéndolo suyo, condensado en la sumisión del Estado al ejecutivo, sea intentando obviar el senado o anulando el poder judicial. Esta doble deslegitimación afectaría al estatuto catalán al proponer sacarlo de todo control constitucional. Es el esquema que Podemos alentó con Chávez y Maduro. Ante la gran hecatombe humanitaria de Venezuela, Sánchez con Podemos avalan la ignominia y el crimen, y un éxodo bíblico.

Ramírez y Rojas participan en el libro "El estallido del populismo" (Planeta). Otra formación biográfica e intelectual, radicalmente distinta.