Insistir en la cuestión catalana es necesario, ya que lo que acontezca en su política influirá de una manera u otra en los diferentes territorios que están integrados en el estado español y, por supuesto, también en Canarias.

El presidente Sánchez se ha descolgado con un comentario lleno de sospechas y suspicacias al promover un "referéndum de autogobierno" para Cataluña, pero habrá que entender que si el actual estatuto fue rechazado por el Tribunal Constitucional el que vaya a salir posiblemente recorra el mismo camino.

Ciertos políticos e intelectuales catalanes se han pronunciado manifestando que habrá que buscar un acomodo diferente para Cataluña dentro del estado que vaya hacia una estructura semejante a un federalismo asimétrico o un contrato Estado-Cataluña cual fuera un modelo confederal. Lo que sí parece claro es que si se opta por reforzar la autonomía esto no se aceptaría una vez que el pasado martes el presidente catalán diseñó una ruta política que conduce al independentismo y a la consecución de la república catalana.

Ante esta situación ignoramos qué tipo de cabriola política ejercitará Sánchez, ya que lo del federalismo asimétrico hará que muchos territorios pongan el grito en el cielo al verse desfavorecidos y algunos, como nosotros, que a pesar de poder tener un Estatuto de nueva generación quedaremos fuera de ese contexto de favoritismo. Tendría el presidente que recurrir a una reforma constitucional, que de entrada es un camino tortuoso y que se abordaría por dos vías; la propiciada por el articulo 168, que es rígida y exige un consenso casi total y que en caso de lograrse habría que convocar nuevas elecciones y someterla a referéndum; pero hay que pensar que la agenda del presidente no lo permite. Aunque se podría abordar por el articulo 167 que es mas laxa, pero habría que aprobarla por las dos cámaras por una mayoría de los 3/5 (210 y147). Y ante esto si debemos decir que actualmente está nombrada una comisión parlamentaria para la reforma de la constitución, pero que permanece inoperativa, en la que, por cierto, están dos nacionalistas canarios, Ana Oramas, por CC-PNC, y Pedro Quevedo por NC.

Pero lo que sí tenemos que remarcar y como nacionalistas defender, es la libertad; la libertad de los pueblos que debe conseguirse para que definan que modelo de relación política se pretende con el estado central. De no ser así el fracaso será la tónica dominante, y quizás , no es de desear, se pueda llegar a algún tipo de balcanización, al menos en Cataluña.

La libertad tendrá pleno asentamiento cuando la razón, la modernidad y una visión universalista, sobre todo, por parte de Europa se pronuncie y apueste por un modelo confederalista, para de alguna manera se inicie un debate en el seno de la UE que irradie al resto de los miembros que la componen para que sea efectiva. Porque los pueblos que claman por su libertad donde muchos de ellos lo hacen desde un nacionalismo consecuente lo que pretenden es rescatar todo aquello que la historia, que tiene nombres y apellidos, les han arrebatado.

Hayek, en "Camino de Servidumbre", describió lo que era una confederación y es hacia donde debemos caminar y su consideración es tajante. " La forma de gobierno internacional que permite transferir a un organismo internacional ciertos poderes estrictamente definidos, mientras en todo lo demás cada país conserva la responsabilidad de sus asuntos interiores es ciertamente la confederación . El principio confederal es la única forma de asociación de pueblos diferentes que crearía un orden internacional sin agravios en su legitimo derecho a la independencia".