Y o empiezo a estar hasta los mismísimos de los de siempre. De esas almas en pena que solo ven lo malo de nuestra ciudad y que se avalan en mil estupideces para decir cualquier cosa que la menosprecie. A mí mi ciudad me gusta por mucho que haya cosas que mejorar, como en todas. Como en Barcelona, donde detrás de Las Ramblas y el mercado de St. Joseph, referente europeo en cuanto a la venta de estas características, se esconde una cochambre de barrio que es el Raval. Pero aquí, una manada de catetos cree que Santa Cruz es una ciudad surgida de no se sabe dónde y llena de defectos que ninguna otra tiene. Nueva York tiene barrios que son un asco, y Berlín y Londres, lo que ocurre es que aquí el mago, desde la ignorancia y el aburrimiento, se pone a criticar todo lo que oye y sobre lo que no sabe.

Es patético que tenga que venir gente de fuera para elogiar nuestra ciudad. Las Teresitas, que puede ser una de las playas hoy más descuidadas, resulta que para los turistas es la segunda atracción más fotografiada después del Teide. Y uno empieza a estar harto de quejicas que decían que antes no había actividad y que esto era un muerto, y que ahora cuentan que hay demasiada marcha. Te los regalo. Esta es una ciudad con una caterva de apenados que en su plana y ociosa cabeza no sabe más que criticar. Me gusta Santa Cruz, me gusta el rumbo que está tomando por mucho que tengamos que empezar de cero un nuevo plan general que incluya los terrenos recién adquiridos de la Refinería. Estoy cansado de los cenizos, de los que ven todo mal, de los que maldicen cualquier lugar por el que pasean: estoy cansado de los amargados, porque a mí Santa Cruz me gusta. Incluso cuando espurios intereses vienen a venderla como la más fea de España. Cómo decía Braulio: ¡Qué se manden a mudar, qué les den!

@JC_Alberto