Después del fichaje estrella del director insular Miguel Becerra, para todo lo que ha servido un puñado de dinero, y supuestos profesionales, es para que todo siga igual. O al menos de momento. Y mientras desde la no tan nueva Dirección de Movilidad y Fomento hoy solo se han planificado quimeras que mucho me temo que no darán el resultado esperado. Hoy, la movilidad de la Isla sigue sin tener el resultado esperado, y sigue siendo Carlos Alonso, presidente del Cabildo, quien se tenga que comer todos los marrones en torno a este asunto y quien aguante los desaires de los conductores, que con toda la razón del mundo están hasta los mismísimos. Porque por haber colas, las hay incluso en verano, de noche, y de esas que enferman enfrascados a cada uno de los conductores que las padecen. Y a Miguel Becerra yo, y muchos más, no lo entendemos cuando explica cualquier cosa. Confieso que he llegado a pensar que es una táctica de disuasión.

Aquí, en Tenerife, da la impresión de que es imposible pensar en grandes soluciones temporales en pro del bien común, porque siempre salta algún papafrita clamando al cielo. Carlos Alonso propuso mover los horarios de entradas de las grandes moles, como la Universidad, pero pronto los que no aportan nada se le tiraron encima. Y hoy tenemos un mediocre ramillete dirigido por Miguel Becerra, el director insular y miembro de infinitas empresas públicas, cobrando un pastón cuando Tenerife clama por un líder que baje la presión que va en aumento y que tras el verano será una maldición. Y todo será igual. El presidente Carlos Alonso lo ha puesto todo, pero los rollos de Miguel Becerra no convencen a nadie en un año preelectoral y donde la gente, más que por las carreteras, que además, está indignada por todo. Y uno lo que quiere es más claridad y menos dispersión, al menos en el inteligible discurso.

@JC_Alberto