Como es sabido, en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (UE) se reconocen las especiales dificultades que tienen las regiones más alejadas del corazón del continente. Dichos territorios, conocidos como "regiones ultraperiféricas" (RUP) son nueve: Guadalupe, Guayana Francesa, Reunión, Martinica, Mayotte y San Martín (Francia), Azores y Madeira (Portugal) y las Islas Canarias (España).

El análisis somero de algunos de los datos macroeconómicos de esas regiones y su comparación con los que tienen los países a los que pertenecen basta para tomar conciencia de las notables diferencias socioeconómicas. Así por ejemplo, tomando como valor 100 el PIB per cápita de la UE (Eurostat, año 2015), las Islas Canarias presentan un valor de 78,2 mientras que en España asciende a 90. Lo mismo cabe decir del caso de Portugal, que tiene un valor de 77, mayor que Azores (69,2) y Madeira (73,39). Algo similar sucede, incluso de manera más acusada, en el caso de Francia, con un valor nacional de 106 frente a los raquíticos valores de sus RUP: Guadalupe (73,1), Guayana Francesa (58,4), Reunión (69,92), Martinica (77,03) y Mayotte (30,75), no disponiéndose de datos para el caso de San Martín.

El análisis de otras variables, como salarios y desempleo, permiten llegar a idénticas conclusiones. El caso de este último dato es especialmente significativo. Tomando el mismo momento de comparación, el segundo trimestre del pasado año, Canarias presenta una tasa de paro de 23,5%, frente al 17,2% de la media española. En el caso de Portugal y Francia, con unas minúsculas tasas de paro de 9% y 9,4% respectivamente, es significativo constatar que todas sus RUP presentan en esta fatídica variable valores de dos dígitos, salvo el caso de Azores, que presenta idéntico valor que la media de su país. En este ámbito, los datos oscilan desde el 10,6% de Madeira hasta el 25,9% de Mayotte, única RUP que supera la tasa de paro de Canarias.

Constituye un debate abierto la determinación de las causas de esta realidad, encontrándose explicaciones que van desde la "dictadura de la geografía" (lejanía, insularidad, territorio reducido y/o fragmentado, relieve adverso...), pasando por limitaciones económicas, como la dependencia de un reducido número de productos de escaso valor añadido, y llegando a condicionantes de índole cultural.

Sin embargo, permítanme que destaque un dato que me parece tremendamente relevante. Si analizamos la población empleada en 2017 por nivel de estudios alcanzados, descubrimos que la totalidad de las RUP mantienen porcentajes en el nivel de educación superior (niveles 5-8 según la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación) por debajo de la registrada en sus respectivos países. Así, España tiene el 42,5% de su población laboral con ese nivel educativo, mientras que Canarias sólo llega al 35,3%. En el caso de Francia, que presenta un nivel del 40% en esta variable, la RUP que más se acerca, que es Martinica, únicamente alcanza el 30,7%. Lo mismo cabría decir del caso de Portugal, con valores en Azores y Madeira del 18,7% y 22,2% respectivamente.

Lo anterior nos lleva a afirmar que, independientemente de cuál sea la causa de este manifiesto retraso de las RUP en el contexto de sus propios países y de la UE, resulta indiscutible que una de las grandes palancas transformadoras ha de ser una mayor fortaleza de sus centros de educación superior. Y ello, además, en un nuevo contexto global en el que, frente al capitalismo salvaje del individualismo y la codicia, se abre paso la nueva era del talentismo, con el conocimiento y la cooperación como variables clave.

Esta semana hemos tenido el honor de recibir en la Universidad de La Laguna a una destacada representación de equipos rectorales de diferentes universidades de las RUP, en el Foro de Rectores de Universidades Ultraperiféricas, gracias a la colaboración del Gobierno de Canarias en el marco de su presidencia de la Conferencia de Presidentes. Hemos compartido diagnósticos y convenimos que nuestras universidades constituyen una pieza básica para el futuro de nuestras regiones. Como indicó el presidente Clavijo, las RUP suponen una enorme oportunidad para Europa y pueden ser unos excelentes laboratorios para proyectos innovadores y geoestratégicos.

Ahora el reto está en constituir consorcios universitarios potentes y ser capaces de trasladar este mensaje a la UE, contando con el necesario apoyo de nuestras instituciones regionales y nacionales. Se trata de alcanzar mecanismos de apoyo específicos y diferenciados, como sucede en otros ámbitos socioeconómicos, no para que se nos regale nada, sino para paliar nuestras evidentes dificultades añadidas y poder alcanzar lo que para nosotros es un objetivo irrenunciable: maximizar nuestra contribución al desarrollo de Canarias. La Universidad de La Laguna, como lo ha hecho en sus 226 años de historia, estará a la altura: Canarias nos necesita y nosotros necesitamos a Canarias.

*Vicerrector de Relaciones con la Sociedad de la Universidad de La Laguna