El mundo es un lugar muy grande que los avances tecnológicos ha hecho muy pequeño. Los modernos sistemas de comunicación nos permiten recorrer grandes distancias en muy poco tiempo. Viajes que antes duraban días, hoy se hacen en unas pocas horas.

Los asuntos lejanos ya son cercanos y sus consecuencias pueden terminar afectándonos a todos. Pero lo que ha hecho del ser humano la especie dominante en el planeta es la capacidad de los individuos para colaborar con un propósito, para conseguir objetivos comunes. Y en este nuevo siglo, cada vez más personas de todos los rincones del planeta han dado un paso adelante para enfrentarse a los problemas del cambio climático, a la lucha contra la pobreza o a la batalla contra las enfermedades que afectan a grandes masas de población, con escasos recursos a su alcance.

El Cabildo de Tenerife ha creído desde el primer momento en el valor científico, estratégico y humano del Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública del que hemos sido impulsores, junto a la Universidad de La Laguna, el Gobierno de Canarias y el Estado. Y también hemos apostado por la creación, hace cinco años, de la Fundación de Enfermedades Tropicales, cuyo presidente de honor es el primer mandatario de Senegal, Macky Sall y que cuenta con el aval de la UNESCO. Esa fundación es uno de los motores de las investigaciones que desarrolla a nivel internacional el Instituto de Enfermedades Tropicales. Y es la artífice de una colaboración que hace que en la actualidad ciento veinte becarios, procedentes de diferentes países africanos, estén trabajando en distintos laboratorios de nuestra isla.

La silenciosa labor científica que se ha desarrollado en este tiempo es extraordinaria, pero no sólo por su vocación exterior. Tiene también una aplicación práctica que interesa -y mucho- a los canarios. Hoy podemos decir que todas las islas están protegidas y vigiladas gracias a la tarea de estos investigadores que actúan ante cualquier alarma registrada que tenga que ver con vectores de transmisión de enfermedades. El Instituto es una herramienta de colaboración con los centros de salud de Canarias y un centro de análisis que permite descartar o confirmar agentes patógenos en enfermos que han visitado otros países. Y es, por supuesto, un instrumento excepcional de colaboración con países que padecen el azote de enfermedades tropicales peligrosas por su morbilidad y su capacidad de propagación.

Hace unos días iniciamos en Tenerife los trabajos y reuniones del Campus Africa. Un encuentro internacional entre científicos, personal sanitario y estudiantes interesados en la investigación y la lucha contra este tipo de enfermedades que causan cada año decenas de miles de víctimas que despiertan muy escaso -por no decir nulo- interés mediático. Cada año mueren en nuestro vecino continente más de setecientas mil personas sólo a causa de la malaria. De ellos, el 75% son niños. Las víctimas de esta enfermedad, como las del dengue, el ébola o la fiebre chikungunya, no aparecían en el horizonte de las preocupaciones de los países europeos -ni de sus medios de información- hasta hace bien poco.

Tenerife ha dado un paso adelante para situarse a la vanguardia de un esfuerzo para la contención y erradicación de esas enfermedades. Porque el mundo es cada vez más pequeño. No sólo la solidaridad, sino el puro sentido común nos debe impulsar a garantizar el bienestar de nuestros vecinos. Bajo la tutela de la Universidad de La Laguna y dirigidos por los científicos Basilio Valladares y José Gómez Soliño, alumnos de Senegal, Cabo Verde, Túnez, Marruecos, Guinea Bissau y Guinea Ecuatorial realizan en Tenerife trabajos e investigaciones que mejorarán su formación y conocimientos en el campo de las enfermedades que debemos combatir hasta su erradicación.

La edición de este año de Campus África contó además con la visita de la ministra de Sanidad, Carmen Montón; los ministros de Mauritania, Guinea Bissau y Senegal y el director de la Red Internacional de Institutos Pasteur, Marc Jouan. Poco a poco, sobre los cimientos del rigor científico y la investigación, nuestra isla está colocando los cimientos de una estructura que con los años será fundamental. Porque es solidaria. Porque es necesaria. Porque afecta a un continente vecino en el que hoy viven más de mil doscientos dieciséis millones de habitantes. Un continente que es nuestro futuro mercado de referencia y donde se producirá un mayor crecimiento económico y poblacional de las próximas décadas.

*Presidente del Cabildo de Tenerife