Siempre pasa lo mismo, es la historia interminable, cada vez que se alza la voz bregando por los intereses de Tenerife, salen como avispas los defensores ortodoxos de una pretendida unidad autonómica, criticando dicha posición legitima, como insolidaria e insularista, dándole un matiz peyorativo. Dicen que la mejor defensa es un buen ataque y los que propician con sus actuaciones, una y otra vez, el desequilibrio territorial, económico y social en Canarias, son precisamente los que después quieren aparecer ante la opinión pública, como los únicos custodios de una férrea unidad que sólo se queda en proclamas propagandísticas, vacías de contenidos reales y efectivos.

No se trata de hacer una olimpiada para ver quién es más canario que otro, tampoco de hacer estudios psicológicos para desentrañar las verdaderas querencias patrióticas de cada cual o escenificar sentimientos emocionales de raigambre regional; ya está bien de tanta demagogia y ganas de enredar, confundiendo a la ciudadanía, tomándola por ignorante o lo que es peor, falta de juicio para valerse por sí misma. Nadie tiene legitimidad para dar certificado de originalidad para ser más canario que otro y quien así se lo arrogue, está en un gran error de soberbia e ignorancia supina.

En Tenerife, por mucho que intenten desvirtuar la realidad o esconder vergüenzas, los ojos ven, pero sobre todo se aguantan diariamente unas colas insufribles en una isla colapsada, no son invenciones de nadie, son padecimientos de miles de personas que lo pueden corroborar diariamente después de largos años soportándolas; es una economía lastrada en su productividad por la falta de movilidad, con la consiguiente imposibilidad de creación de más empleo. No se puede poner la carreta delante de los bueyes, cuando se nos quiere convencer de los beneficios de los planes de movilidad, del vehículo compartido o del transporte público, se olvidan que primero hay que construir unas carreteras seguras, eficientes y sostenibles, que sirvan de base estratégica para poner en marcha políticas que permitan acabar con los atascos viarios, económicos y sociales.

Lo que no puede permitirse es que se vaya construyendo Canarias a dos velocidades, una isla con obras y otra con promesas; en una, se acaba el hospital, en otra no hay manera de terminar los dos pendientes por concluir; en una, se termina una flamante terminal de pasajeros y se solicita ardientemente una nueva pista en su aeropuerto y en la otra tenemos una cochambrosa e incalificable terminal y de la segunda pista nadie se responsabiliza; en una, se terminan flamantes circunvalaciones con varias fases y en la otra no se puede circunvalar la isla; en una, se amplía el puerto incluso con la oposición ciudadana y en otra no se hace con el apoyo del pueblo; en fin, que los hechos demuestran lo que las palabras de los responsables intentan encubrir. Canarias como comunidad archipelágica está conformada por un conjunto de islas, cada cual con sus características, riquezas y necesidades particulares. El equilibrio interinsular es primordial para mantener la cohesión del conjunto. No se trata de tener una postura insolidaria, sino todo lo contrario, cuanta más simetría exista en las inversiones y ejecuciones en las infraestructuras entre las islas y sus necesidades, estamos construyendo una Canarias más fuerte y cohesionada.

Ahora saldrán los puristas, los de siempre, los conocidos, a los que se les llena la boca hablando de Canarias como unidad indestructible, diciendo que lo que decimos es puro insularismo, se escandalizarán, se rasgarán las vestiduras, pero cuidado, que si se rascan mucho se les ve el plumero o el querer agradar para cosechar algún pírrico beneficio electoral. Todo vale con tal de aparentar regionalismo, aunque después la escoba no haga sino barrer para la casa de cada cual. Cada persona o entidad asume la responsabilidad que quiere, puede o le dejan las circunstancias; de ahí se deduce el silencio sonoro o claudicante que se percibe en nuestra isla en ciertos ámbitos o personas con significación social, económica o política, es decir, la falta de voces que reivindiquen lo que hace falta, no en cenáculos cerrados sino a viva voz, para que lo oiga todo el mundo, sobre todo, los que tienen que tomar aquellas medidas necesarias y oportunas para solucionar la problemática que padecemos.

De todas maneras, siempre hay que ser optimistas, la Consejería de Obras Públicas y Transportes ha encontrado la solución, si no se pueden hacer las carreteras a corto plazo, está ilusionada con contar en el tramo final del año con el primer Plan Integral de la Bicicleta.

* Presidente de Fepeco