En el año 1948 nace una romería ante una situación de sequía, cosa habitual en la historia de las Islas, no solo antes, los temas de escasez de agua y las invasiones de langostas. El año siguiente mejora la pluviometría, pero la romería vuelve a salir a las calles de La Laguna, y desde entonces han transcurrido 70 romerías contando con la que ha tenido lugar el pasado domingo.

Debemos hacer una lectura: la romería se instituyó no solo por razones religiosas y festivas, que han sido la proa de una nave cargada de tripulantes que viajaban, y hacen de timonel, también se creó en la defensa de otros valores, ante la agresión hacia lo tradicional en una sociedad que comienza a confundir progreso con alejarse del mundo rural. El estómago se hace dependiente del exterior y aquí las vacas, las lecheras, el campo y lo sano y natural se ven desplazados por la comercialización, las tierras de cultivo como solar, los alegatos sobre excedentes agrarios en el mundo, los campesinos como algo del pasado, los procesos de urbanización, la cultura urbana, la ruptura de la escuela con el entorno, etc.

Aquí, en la zona de San Benito, nace una trilladora en defensa de los ganaderos, la Cooperativa de La Candelaria. Posteriormente, con Pedro Molina, nacen otros proyectos como la defensa de la vaca del país, la Asociación de Ganaderos de Tenerife (Agate), el impulso del arrastre, y otras mejoras para el agro, como la fábrica de pienso y Teisol. Esta última, la quesería, surge en la lucha por parar los planteamientos urbanitas, que han expulsado las cuadras ganaderas no solo del ámbito urbano, sino también del mundo rural. Aquí se logran parar algunos desahucios.

La romería ha sido también un freno a las pituitarias finas de los urbanitas. Mitad fiesta, mitad reivindicación ganadera.

Este año 1948 se conoció en toda Canarias como "el año de la sequía", por tanto la romería de San Benito nace en medio de una gran crisis pluviométrica, durante la cual, entre otros casos, barcos aljibe llevaron agua para beber a las islas de Fuerteventura, Lanzarote y El Hierro.

También la romería nace en una situación social en la que existía una crisis no pluviométrica, sino política, en la que había un nivel de penuria importante. No olvidemos las historias del racionamiento, del estraperlo, del supuesto trigo y millo de Argentina que Franco negoció con Perón.

La visita de Evita el año anterior a Canarias prometiendo a García Escámez (que era el que supuestamente gestionaba la economía de las Islas en esos momentos) maíz y trigo de Argentina, en el que vinieron más gorgojos, en algunos casos, que granos para nuestras islas. No olvidemos que estaba el plan Marshall en Europa, y Franco buscaba un aliado para la situación de miseria que estaba viviendo el pueblo español, y que en Canarias dicha miseria se agravaba con la sequía.

Estamos en un contexto -el año 1948- muy duro para las Islas. Estaban saliendo de Canarias hacia América numerosos jóvenes huyendo del hambre y la penuria.

La romería se instaura en el mayor municipio agroganadero de Canarias, en el que si bien es verdad que ese año no llovió, en esos momentos La Laguna disponía de aportes hídricos de algunas galerías como la del Valle de Güímar, Río Portezuelo o Araca. Esto hizo que el municipio fuera uno de los más ricos, precisamente con el regadío, aunque esto no cubrió las necesidades, ya que se había perdido gran parte de la cosecha de cereales.

Estamos en una fiesta con tradición agroganadera y con un impacto importante en la situación económica. En un territorio que había quedado huérfano del plan Marshall, y en el que Franco había acordado con Perón exportar españoles -hasta 400.000 inmigrantes- a Argentina como alternativa a la crisis que vivía la economía española.

Por ello, situar a San Benito en un contexto social, en el que la vida y la convivencia que tenían los laguneros era totalmente diferente de la que hay en este momento, y eso es un déficit que tenemos que corregir. Es decir, en esa época era un municipio en el que podía haber problemas de clases sociales, pero no había una diferencia marcada entre lo urbano y lo rural, ambos mundos convivían, y era lícito y era entendible que tuviéramos en esa época vacas en la calle Maya, o en la calle San Agustín a 20 metros del Obispado, y que era también totalmente entendible que las vacas movían carretas con estiércol o con pastos para el ganado en las distintas calles de La Laguna.