Complejo industrial que durante muchos años fue motor del desarrollo de la isla de Tenerife. Complejo industrial que, definitivamente, pasa a su desmantelamiento para constituir un polo de desarrollo urbanístico público-privado en los terrenos que hasta este final ha ocupado.

Asistía el pasado día 28 de junio a la presentación del proyecto "Santa Cruz Verde 2030" que nos ofrecía el señor alcalde a un grupo de periodistas y opinadores en la sala de juntas del ayuntamiento. Pasaban las siete de la tarde. Y allí se agolparon mis recuerdos. Aquella sala, donde se celebraban y se celebran las juntas de gobierno; aquella sala en la que me dejé la vista, entre 1983 y 1987, estudiando los expedientes que habían de ir a pleno, como tarea fiscalizadora en tanto que concejal de la oposición; aquella sala en la que el 7 de agosto de 1985 di la única rueda de prensa en mi vida, convocada con la ayuda de don Jorge Bethencourt.

Allí, viendo las imágenes de la Refinería y de la superposición de lo que será el engrandecimiento de la ciudad, no pude contener la emoción en el recuerdo de tantas personas con las que conviví en aquel centro de trabajo durante más de treinta años; desde el último director con quien colaboré, don Javier Martín Carbajal, al peón que tenía en mi área de influencia, don Teodosio Hernández Acosta. Recordaba a don Manuel Ravina, a don Ángel Hernández y tantos otros directores, como a los oficiales, peritos, técnicos que dependían de mí. Fueron años de mucha ilusión y esfuerzo en implementar una impronta profesional en pos de mantener la producción de aquel recinto industrial. Y todo aquello se me anunciaba que quedará en el inframundo del subsuelo y/o en el reciclado o la chatarra.

Espero que quienes asistían a la reunión comprendan el por qué de mi emoción y que se me rayaran los ojos. Entre marzo de 1981 y abril de 2015 tengo escritos 35 artículos en los que, en su mayoría, defendía a la Refinería del acoso político, fundamentalmente, para que se trasladase a otro lugar. Siempre dije que, en su caso, sólo cabría el desmantelamiento y la construcción de un centro de distribución en el polígono de Granadilla. Eso ha llegado. Pero mi tristeza no es óbice para que, a la vez, me entusiasme la idea de desarrollo de la ciudad, en la que elegí vivir, tal como el alcalde, señor Bermúdez, la concibe. Fruto de una negociación con Cepsa durante año y medio. Desarrollo que, posiblemente, su culminación él no verá como alcalde, vaya esto para quienes le acusan de presentación electoralista, y yo ni siquiera lo veré porque con toda probabilidad, para entonces, estaré criando malvas. Pero será un regalo de ciudad para mis hijos y nietos. Gracias, alcalde.