No necesita hasta ahora el uso de los apellidos (Rodríguez Brito) para ser conocido y reconocido en los ámbitos agrarios, culturales y políticos en los que se mueve. Y no solo en La Palma, donde contamos con una larga y sonora lista de nombres cristianos y laicos, sino en Tenerife y el resto del Archipiélago.

Inició su carrera de fondo como precoz cultivador de tabaco -desde los catorce a los veintidós años- en su Barlovento natal; siguió con los estudios libres de Bachillerato y Magisterio para acceder a empeños superiores -catedrático de Geografía de la Universidad de La Laguna- y con la militancia comunista desde la clandestinidad a la democracia.

Wladimiro contó siempre con el aval de gente querida -mis hermanos y amigos de distinto pelaje- y la admiración personal que concedo a los seres libres y con ideas propias que defienden con pasión. Ahora, en puntuales encuentros, prueba la solidez de sus convicciones y la eficacia didáctica con la que las comunica.

En una charla con Miguel Ángel Suárez (Mírame TV), mi paisano tocó los temas que le ocupan y preocupan y en los que es un experto sin presunciones. Habló de los cultivos tradicionales en declive o abandono y de la sangrante paradoja del territorio de las mejores papas donde las importaciones superan los sesenta millones de kilos y regalan alguna plaga; del desajuste entre las producciones locales y el negocio discrecional del REA para compensar nuestra lejanía e insularidad; de las alarmantes mermas de las galerías que, en dos décadas, pasaron de los seis a los dos mil quinientos litros de agua por segundo en Tenerife, y del excesivo coste de elevar agua desalada desde las estaciones costeras a los altos y medianías y los altos; de la importancia de las repoblaciones forestales -dos millones de pinos prendidos en los últimos años- para recuperar el paisaje masacrado por las talas y preservar la humedad de los suelos?

Con los conceptos claros y el lenguaje directo, Wladimiro Rodríguez Brito acude allí donde lo llaman para debatir temas agrícolas y ambientales y repite como "lectio brevis" las claves de una misión pendiente: la apuesta agropecuaria para ofertar productos propios y sanos, crear puestos de trabajo y diversificar, en lo posible, nuestra economía.