La Confederación Nacional del Trabajo, que fue la fuerza mayoritaria de izquierda en una España agraria, pobre e ignorante, entusiasmaba a Bakunin (partidario de demoler las universidades para igualar por abajo). La CNT, haciendo honor a su principio estratégico de acción directa, siempre tuvo predilección por las zonas en que el olor a pólvora y carne quemada se fundían. Habida cuenta de que el gran feudo de la violencia política en España en la primera mitad del siglo XX fue Cataluña, allí y en Aragón actuaron los anarquistas con pundonor y entusiasmo admirables. Una subguerra civil, con el POUM de por medio, del partido comunista (de facto, de Stalin) contra la CNT, hizo que pusieran pies en polvorosa, al ver peligrar sus vidas, George Orwell y Simone Weil. En cambio a Franco le dieron la espalda. Después de la Guerra se eclipsaron, sobreviviendo algunas visceralidades aisladas. Rindiendo culto a la marginalidad de su ADN, se refugiaron en la oscuridad de las catacumbas, aunque no por clandestinidad, donde ahora llevan discretamente sus cuentas y cuitas tesoreras (alícuotas).

La superación histórica de los sindicatos "de clase" está siendo acompañada básicamente de picaresca, ociosidad, improductividad y grandilocuencia solemnemente ridícula. Llaman "política sindical" -gustan sentirse mariscales- a lo que es puro humo. Los políticos y las leyes les han premiado con ventajas y prebendas que jamás hubieran obtenido por sí mismos estos burócratas de esmirriado perfil y humildes méritos, conforme a una ficción conjunta de representación de los "trabajadores" todos: ¡ya, claro! Fenecen los más herrumbrosos y chuscos relatos y éste también. Les han reemplazado las "mareas", movilizaciones sociales, plataformas ciudadanas, sindicatos profesionales? algo nuevo y ventilado.

Los sindicatos y sus asesores legales han mantenido relaciones curiosas: de titularidades compartidas, bicéfalas, societarias, invertidas, fácticas... Hay de todo en la burbuja de "lo social". Un sector mucho más de karaoke que de deleitarse con el gemir de las guitarras mejor rasgadas.

Es sabido que en los sindicatos prevalecen absolutamente los intereses materiales y personales de los detentadores del chiringuito, de felina voracidad. Los enemigos de clase de sus sueldos, hipotecas, vacaciones y prebendas son los abogados que puedan reclamarles por falsos autónomos. Otros abogados/as, en cometidos cipayos, se pliegan al patrono y van de testigos contra compañeros para más cuota de mercado (casos) personal. ¿Neoliberalismo sindical? "Menos es más", proclamó Adolf Loos.

Cuentan que han hecho listas de quienes se han enfrentado a los burócratas y de quienes podrían hacerlo. Estoy yo -¡qué graciosos!- en sus microscópicos sótanos oscuros. Seguiremos.