Hace unos días, ponía de manifiesto cómo un musulmán pateaba en nuestras canarias playas a su mujer delante de niños y mayores y cómo nos lo teníamos que tragar. Esos tipos son unos miserables que no representan a toda su civilización, pero sí a una gran parte. Europa está asistiendo, atónita y tardíamente, a cómo gran parte de los musulmanes más radicales quieren reconquistar lo que creyeron que fue suyo. Ochocientos años (y el Cid en Asturias) fue lo que nos costó sacar su invasión de nuestro país. Pero hay datos concretos que nos dejan ojipláticos. En el barco "Aquarius" no venía nadie huyendo de la atroz guerra de Siria. Lo lógico, pensamos muchos, es que los países musulmanes del Golfo, los multimillonarios países, abrieran sus puertas a sus hermanos musulmanes: pero no lo hacen. Lo obvio sería que en lugar de mandar millones de dinero para construir mezquitas en occidente, abrieran sus fronteras a sus hermanos. Sería lo natural, se adaptarían mejor en su religión, en sus propias tierras? Y entonces, nosotros recibir a los cristianos, ¿no sería lo lógico? Y esto no es discriminación, es simplemente darnos cuenta de que solidaridad no significa buenismo.

Lo que está ocurriendo y cómo lo estamos enfrentando es de locos. Líderes musulmanes se jactan en manifestar que conquistarán Europa mediante los vientres de sus mujeres. Hoy en España, por cada español, nacen cuatro musulmanes, que resulta que también son españoles. Afganos, paquistaníes y marroquíes, de todo prácticamente menos sirios, son los que hoy en plena Europa, en los campos de refugiados obligan a rezar a los cristianos cinco veces al día y convertirlos al islam. Lo que quiero decir es que hay un movimiento radical musulmán que quiere asentarse en nuestras tierras con sus atroces reglas, y a pie de calle no nos estamos dando cuenta de nada. Simplemente, estamos haciendo el imbécil, y estamos tardando en revelarnos según qué actitudes.

@JC_Alberto