Me aborda una persona en la cafetería del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, preguntándome si era Aguayo. Contesto que sí, y, con mucha educación y respeto, me dice que soy demasiado condescendiente con el Servicio Canario de Salud, añadiendo que debería ser más duro, pues lo está haciendo muy mal y no ayuda lo suficiente a las familias y a los enfermos. Como me lo soltó de sopetón y me encontraba dando cuenta de un plato combinado, le pedí por favor que se sentara y me diera tiempo a deglutir la comida mientras encontraba una respuesta imparcial a su aseveración. Entonces recordé lo que el gran amigo Pancho Ayala me decía continuamente: "da caña", y siempre respondía que no servía para eso, que otros pueden y están preparados para hacerlo, pero que mi forma de ser me lo impide.

Este prójimo declaró ser asiduo lector de mis comentarios de los lunes, que le gustaban mucho y conocía mi dedicación a la música durante tantos años, en especial a la ópera y la zarcuela de las que también era aficionado; pero que a cuenta de lo escrito sobre el Servicio Canario de Salud, había tenido algún que otro desagradable enfrentamiento. Charlamos y al final me pidió que le firmara en un libro de autógrafos que había comprado en el kiosco, sintiéndose agradecido porque lo escuchara y yo sorprendido por la petición de rúbrica. Por un momento me sentí como Richard Gere.

Ha pasado tiempo desde aquella conversación, y siendo sincero sigo sin encontrar razones suficientes para hablar mal del servicio sanitario. Siendo quisquilloso podría alertar sobre cosas que he observado los últimos tres meses, pues habiendo pasado allí de 6 a 8 horas diarias, he observado acciones o sucesos que podrían cambiarse. Algunos ejemplos: Hay plantas en las que no ponen el aire acondicionado y en las que pega con dureza el sol de la tarde, agobiando al paciente que duerme en el lado de la ventana. Por la noche los carros de limpieza o medicamentos chirrían bastante, interrumpiendo el sueño del paciente. De madrugada a veces el personal habla demasiado alto, como si fueran las 10 de la mañana. También hay habitaciones que reciben demasiadas visitas, arman algarabía o solo les falta jugar a la baraja o al dominó, no teniendo en cuenta que hay pacientes recién operados. Los recados en algunos baños ya es una cuestión de civismo de gente que no sabe tirar de la cadena. Podría encontrar más detalles significativos, pero se trata de un hospital público cuyo personal no tiene culpa de la falta de educación y respeto de los visitantes.

Insisto en que creo que tenemos una muy buena sanidad pública, con avances tecnológicos, especialistas, enfermeros, auxiliares, celadores? con una dedicación que raya la excelencia, y para los que el enfermo es su prioridad, atendiéndolos con profesionalidad y mucho cariño. A lo largo de mi vida y la de mi familia, no podemos tener ni una queja del trato y las atenciones recibidas en la Residencia. Los expertos que nos han tratado y siguen atendiéndonos son auténticos profesionales, muchos de ellos jóvenes y preparados. Con honestidad creo que están muy mal pagados si comparamos sus sueldos con los de los políticos, y ahí es donde radica la diferencia, cualquier arribista de la política, sin preparación y nula capacidad, gana más dinero y no tiene las mismas responsabilidades, sobre todo porque éstos salvan vidas. Los gobernantes actuales harían bien cuidándolos más, amarrándolos con contratos con más perspectivas de futuro, pues llegará un momento en que se marcharán a otros países y nos quedaremos igual que está pasando con las carreteras, colapsados. El que avisa no es traidor.

Por esto y más no creo ser condescendiente, estoy en una posición neutral y escribo mis vivencias. Cada uno tiene su opinión y sus vivencias. No pongo en duda que pasen cosas que no deberían suceder, pero si un escribano tiene un borrón, no todos los escribanos son malos.

Termino destacando la gran labor de los auxiliares que realizan el mal llamado trabajo "sucio", pues lo hacen con cariño y esmero, tratando que el enfermo se sienta lo menos dependiente posible. Así será el futuro de cualquier que haya cumplido años. Que Dios les bendiga por su desprendimiento.

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