Ha caído en mis manos un artículo titulado "Así será la universidad del futuro", basado en un encuentro de universidades españolas patrocinado por el Banco de Santander, orientado hacia la aportación de la universidad a la sociedad y la manea de formar a las personas en el próximo siglo. Preguntas que, tristemente, nacieron con la creación de la primera universidad hace más de ocho siglos y a las que no hemos podido dar respuesta.

Se trabajaron tres ejes principales: la influencia de la digitalización en la educación superior, el futuro de la investigación y la contribución de la universidad a la sociedad.

Sinceramente creo que un eje específico dedicado a la introducción del egresado al mercado de trabajo hubiera redondeado el encuentro y lo hubiera acercado a la realidad de los problemas de los alumnos que llegan a la educación superior con grandes ilusiones y salen desorientados y prácticamente abocados a un largo plazo en el desempleo, alejada su formación de las necesidades cambiantes de las empresas y sin haber hecho suficientes prácticas.

Otro estudio, en este caso financiado por el BBVA, en referencia a las universidades canarias, revela que solo en 67% de los egresados tienen trabajo y que hay una diáspora de resultados en todo el territorio nacional, aumentando el paro en artes y humanidades mientras que casi rozan el pleno empleo ingeniería electrónica o medicina.

También es cierto que la tasa de paro de los universitarios es menor que la del resto de población activa, por lo que a mayor formación parece que hay mayor posibilidad de encontrar empleo.

Por poner un ejemplo, si Canarias consolidara la oferta internacional de un "hub" puntero en innovación tecnológica e investigación, las universidades canarias podrían tener un relanzamiento importante en algunas especialidades como centro de enseñanza y como incubadora de talento, plataforma laboral y aportación a la innovación de las empresas canarias o del exterior, siempre que lleve aparejado una gestión eficiente del talento o unas líneas de financiación público-privadas que garanticen su éxito.

Al fin y al cabo, como también decía Ferrán Adriá en su reciente visita a Teneri-fe, que no es tan solo un cocinero célebre sino un innovador convencido y un comunicador de primer nivel, la innovación es necesaria aunque no dé beneficios, porque nos ayuda a ser más competitivos y ofrecer mejor calidad en un mercado competitivo, para sostener a las empresas a largo plazo.

Debemos construir una sociedad moderna y sostenible en innovación tecnológica, investigación y empleo.