Desde el seno del Consorcio de Bomberos de Tenerife y en colaboración con Teleférico del Teide y la ULL hemos tenido la oportunidad de desarrollar las primeras Jornadas de Riesgo y Prevención en Montaña, con el objetivo fundamental de abordar la coordinación de todos los equipos de emergencia y de poner sobre la mesa la necesidad de una concienciación colectiva sobre los riesgos que conlleva la alta montaña.

El empuje de las actividades deportivas y de ocio en nuestros entornos naturales es incuestionable. Actualmente atravesamos un momento dulce y la presencia de clubes y competiciones deportivas es cada vez mayor, la actividad económica se ve favorecida y los comerciantes aplauden esta sinergia positiva. Lamentablemente, y como todo en la vida, existe una lectura menos positiva, en este caso nos llega en forma de incremento en el número de rescates.

La casuística que genera la activación de los recursos de rescate es variopinta, pero existen una serie de patrones que se repiten. En una zona de alta montaña la variación térmica entre el día y la noche es muy amplia y las temperaturas caen drásticamente al atardecer, esto puede dificultar el avance en un sendero, incluso para los montañeros más experimentados. También se dan casos en los que las personas sufren agotamiento por realizar una actividad para la que no están preparados, o pueden padecer los síntomas propios del mal de altura, lo que les impide seguir adelante. La pérdida o desubicación es otra causa habitual que requiere el desplazamiento de los equipos de rescate.

Por regla general, los afectados por este tipo de incidencias son turistas que desconocen las características orográficas y la gran diversidad climatológica que existe en la Isla. Pero también es cierto que el creciente interés, del que hemos hablado, por los deportes de montaña ha hecho que se incrementen los rescates de residentes.

Las instituciones implicadas entendemos que es imprescindible reforzar la concienciación en torno a la importancia de una planificación previa, ya que buena parte de las incidencias podrían evitarse si los excursionistas adoptasen unos consejos prácticos antes de salir de casa, como comprobar las condiciones meteorológicas, calcular los horarios y el tiempo que se tarda en cubrir la distancia o ser prudentes escogiendo la ruta, equipamiento, vestimenta y calzado adecuado.

Estas cuestiones que pueden parecer de sentido común en muchas ocasiones no están interiorizadas, por lo que desde mi responsabilidad extiendo la preocupación y la necesidad de hacer un ejercicio común de reflexión para ponerle freno a las imprudencias.

La efectividad de los servicios de rescate está sobradamente demostrada. Hechos como el incidente en el Teleférico del Teide en 2017, en el que se evacuaron con absoluta eficacia a más de 240 personas en este tipo de entorno supone un ejemplo evidente de la preparación y la formación especializada de nuestros intervinientes. No obstante, este tipo de rescates, además de suponer un gasto para la administración por el despliegue de medios que se necesitan, implica poner en riesgo a nuestros propios rescatadores.

Desde la institución que presido hemos adquirido el compromiso de trabajar en aras de favorecer la coordinación entre todos los profesionales que intervienen en este tipo de servicios para que a la hora de enfrentarse a una emergencia cuenten con todos los recursos, protocolos y herramientas necesarias. Pero, también, es trabajo y responsabilidad de toda la ciudadanía entender que la montaña puede convertirse en un territorio hostil si no conocemos sus peculiaridades y si la abordamos sin planificación.

*Director insular de Seguridad del Cabildo de Tenerife y presidente del Consorcio de Bomberos de Tenerife