El Congreso de los Diputados, con el beneplácito de todos los grupos parlamentarios a excepción del PP y UPN, que votaron en contra, y Ciudadanos, que se abstuvo, aprobó el pasado día 9, debatir en Comisión la despenalización de la eutanasia. Para ello, es preciso reformar el artículo 143.4 del Código Penal eximiendo de responsabilidad penal a quien ayude a morir a una persona con una enfermedad terminal o incurable que le provoca sufrimiento físico o psíquico grave.

Así pues, el debate sobre la eutanasia suele estar presente y manejado en el ámbito político, ya que lo que se pretende es ofrecer una "muerte digna" a enfermos desahuciados, a ancianos con importantes discapacidades a quiénes se les niega el derecho a vivir, etc.

Muerte digna, muerte digna. Esto es lo que pretenden ofrecer a quienes sufren una enfermedad en fase terminal. Si para justificar la despenalización de la eutanasia se hace apelando al derecho que tiene todo ser humano a una muerte digna, la primera pregunta que se me ocurre formular es si existen muertes indignas y si es la muerte o la vida lo que es digno o indigno, porque todo el mundo tiene derecho a una vida digna, no a una muerte digna. Pero para eso hay que apoyar a la ciencia a fin de que investigue y trabaje en pro de una mejor calidad de vida para los enfermos, discapacitados, ancianos, etc.

En algunos hospitales se suelen recibir peticiones de eutanasia que desaparecen cuando a los pacientes se les controla el dolor y se les ayuda a mejorar su calidad de vida. Muchos enfermos, conscientes de que su mal no tiene cura, ingresan en un hospital con la idea de morir, pero cuando se les empieza a cuidar, esos deseos desaparecen. Las peticiones de eutanasia suelen proceder directamente de los propios enfermos, aunque en contadas ocasiones parten de los familiares que se ven empujados a ello por las situaciones especialmente críticas en las que se encuentran, aunque por lo general, cuando se plantea la eutanasia, en realidad se trata de una petición de auxilio. Piden que alguien les ayude, porque no pueden sobrellevar el problema. Un problema que les supera y no son capaces de encontrar otra salida.

Ante una persona que se quiere suicidar por una enfermedad incurable el objetivo debe ser siempre ayudarle a combatir la depresión y la desesperanza mediante la búsqueda de la calidad de vida. Todo paciente muy deprimido y desesperado lo que necesita no es matarle ni ayudarle a que se mate, sino ayudarle a combatir la depresión, la desesperanza y el dolor para que no desee la muerte. En estos casos, la familia, los amigos, los servicios sociales y una sociedad solidaria pueden proporcionar esos recursos e instrumentos.

Antes de hablar de eutanasia deberíamos ser mas respetuosos y mejorar la calidad de vida de los enfermos en fase terminal. Una alternativa que ya se aplica en España desde hace años con la puesta en marcha de los programas de servicios paliativos.

La eutanasia pervierte la ética médica que desde Hipócrates se ha centrado en eliminar el dolor, no en eliminar al enfermo. Los médicos insisten en que la eutanasia, como el aborto no son actos médicos, ya que el fin de la medicina es curar, y si no se puede curar al menos mitigar el dolor, y en todo caso atender y acompañar. La eutanasia no cura nada. En cualquier caso, el mejor argumento contra la eutanasia es el testimonio de miles de personas en circunstancias dificilísimas que apoyándose mutuamente, con la ayuda de sus valores, su familia, amigos o profesionales, demuestran día a día que la dignidad de la persona les lleva a vivir y enriquecer la vida de otros.