Una sucesión frenética de falsedades, propaladas desde los más variopintos partidos políticos, viene tiznando, en estos últimos meses, el escenario público canario. El nacional, entre los herederos del franquismo, los independentistas catalanes y los señoritos andaluces han convertido a España en un estercolero. En el Archipiélago, los neonacionalistas se han emperifollado para celebrar el Día de Canarias. Una jornada oscurecida por una serie de hechos que, desde el Gobierno autónomo, han comenzado a emerger rodeados de conflictos caciquiles que se remontan a aquel 30 de mayo de 1984 con la primera sesión del Parlamento canario. Antes, en 1978, en el Parador de las Cañadas del Teide, surgió un río de lava de controversias con la constitución de la Junta de Canarias, erupción dialéctica que puso al descubierto claramente que el pleito seguía vivito y coleando y que iba a condicionar el nacimiento de una pre-autonomía. No obstante, se esbozaron las primeras ideas sobre el proyecto del Estatuto de Canarias y que no eran otras que las referidas a las instituciones y al sistema electoral (¡) para la formación del futuro Parlamento regional.

Han transcurrido ¡40 años! para que una comisión dictamine, por fin, una fórmula de modelo electoral. Este contempla 70 escaños: 61 por islas y 9 en una lista regional. La pasada semana, sin apoyo de CC-PNC y ASG (mucho miedo a perder poder y perras), el Parlamento regional aprobó la propuesta de reforma electoral con la genuflexión ante Madrid. Es decir, continúa el pleito. Los gastos, pues, aumentarán. Hoy, solo en Presidencia y Vicepresidencia, el personal de confianza percibe 1.5 millones de euros anualmente, además de los 100 asesores y asistentes que cobran entre los 18.500 que atienden la vivienda oficial del presidente, a los 97.000 euros que se embolsa el delegado del Gobierno de Canarias en Bruselas. Minucias.

Bastan estas breves notas sobre la génesis y evolución de nuestra Comunidad para no perder de vista los enfrentamientos que siempre han caracterizado el devenir del pueblo canario, provocaciones de las que tenemos que estar "agradecidos", siempre, al dictador Primo de Rivera, quien, el 21 de septiembre de 1927, dividió, desde Madrid, al Archipiélago en dos provincias, con lo cual no solo no terminó con el problema agudo de las estúpidas rivalidades, sino que las empeoró hasta convertirlas en crónicas. Tal es así que, en la actualidad, no hay que prestar atención a lo que sucede entre Gran Canaria y Tenerife. Ahora, las peleas absurdas se desarrollan entre organizaciones en una misma isla. Por ejemplo: el presidente y vicepresidente del Cabildo tinerfeño se desenvuelven en un puro arrebato; en el Ayuntamiento del Chicharro todos están unidos contra Bermúdez; en Gran Canaria, Morales, Román y Quevedo añoran a los hermanos Fernando y Juan León y Castillo, tratando de emular la trascendental maquinación histórica que cambió la isla del Roque Nublo.

Sin embargo, habrá que preguntarse qué es, en realidad, lo que hoy se celebrará en el Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Estamos a la cabeza (o a la cola, según se mire), de todas las estadísticas nacionales con un paro de 230.000; con casi 270.000 canarios que soportan (no tienen otra opción), una pobreza laboral. De éstos, 55.000 poseen estudios superiores y más de la mitad de los asalariados no llegan a los 1.000 euros; la clase política ignora la penuria infantil, según denuncia el Consejo Económico y Social; existe un mundo oculto de pobreza, exclusión y violencia, acusa Cáritas, que se preocupa, asimismo, por el fracaso escolar, falta de estudios y preparación para acceder a un empleo precario, lo que afectará al futuro de las Islas. Muchos niños canarios hacen su única comida diaria en el colegio; suben todas las facturas; primera comunidad de España en listas de espera con el anuncio del consejero actual de que el panorama no es fácil de resolver; familias en paro que no pueden costear su vivienda (cerca de 8.000 desahucios en 4 años); impunidad de la banca; mientras, se producen vergonzosas luchas políticas por la suculenta tarta de la Radiotelevisión Canaria amenizadas por exquisitas lecciones de analfabetismo en el Parlamento; quietud en los hospitales del Norte y Sur; turismo en caída, aunque existen grupúsculos enemigos de esta tierra que apuestan por llegar a los 20 millones de visitantes?

No obstante, el jurado de los Premios Canarias 2018 ha designado, por merecimientos reconocidos, a Ángel Sánchez Rivero, en la modalidad de Literatura; al jugador de baloncesto Sergio Rodríguez, en la modalidad de Deportes y al grupo folklórico Los Gofiones, en la modalidad de Cultura Popular. Enhorabuena.

Con todo, y si de nosotros dependiera, otorgaríamos un Premio Canarias Especial a Pedro Quevedo, artífice de que a los canarios que viajemos a la Península, por motivos profesionales o de ocio (estos últimos muy pocos), cuenten con una ayuda del 75% en los billetes. Un hecho histórico del que es responsable, únicamente, el político grancanario.