Gay Talese es un brillante escritor norteamericano cuya monumental crónica "Honrarás a tu padre" inspiró a "Los Soprano". También cabe mencionar su libro "El silencio de héroe", basado en sus importantes crónicas deportivas. Y "Retratos y encuentros", donde glosa magníficamente perfiles de personajes famosos a los que en realidad no conocíamos tanto como creíamos.

Hace cincuenta años, Talese escribió una novela, "El puente", sobre el desarrollo de la construcción de la infraestructura Verrazano-Narrows en la ciudad de Nueva York. Es una crónica brillante. Describe con emoción a las personas que participaron en el proyecto. "Ve en el puente un logro humano más que mecánico, y aporta drama y aventura a la historia de su construcción", tal y como señaló New York Times. Novela que ahora se ha reeditado.

Para todos nosotros, un gran puente es una construcción poética dotada de una gran belleza y una utilidad perdurables.

El Empire State, el edificio Chrysler, el venerable puente de Brooklyn, terminado en 1883, los pináculos de Wall Street, todos esos y muchísimos otros edificios se veían por los obreros que participaron en la construcción del puente Verrazano-Narrows. El propio nombre del puente fue conflictivo. Para algunos era muy difícil de pronunciar. Pero la poderosa e influyente comunidad italiana consiguió imponer el nombre de Giovanni da Verrazzano, quien en 1524 había descubierto la bahía de NY con un barco fletado por los franceses.

El novelista Talese habla de todos los trabajadores que participan en la construcción: boomers, punks, pushers "presionadores" y la importante, por numerosa y por la profesionalidad de los suyos, comunidad india, cuyos trabajadores se desplazaban los fines de semana a la vecina -que no cercana- Canadá, donde vivían sus familias.

Aunque solemos conocer la identidad de los arquitectos o ingenieros que están detrás de una edificación importante, los nombres de los trabajadores rara vez se mencionan en las crónicas o los archivos documentales referidos a puntos tan emblemáticos. Los que ensamblan el acero tienen cicatrices profundas a lo largo y ancho de las pantorrillas de trepar por las inmensas columnas. La mayoría han sufrido caídas y se han roto brazos o piernas al menos una o dos veces. Todos han presenciado muertes.

Nueva York tenía planeado construir un buen número de puentes entre 1950 y 1965, como el George Washington de dos pisos, el Throgs Neck, que cruzaría el estuario de Long Island, y la construcción de la luz colgante más larga del mundo, el puente Verrazano-Narrows.

El puente Verrazano-Narrows que uniría Brooklyn y Staten Island dispondría de una luz de 1.300 metros, cuya extensión superaría la del mítico Golden Gate de San Francisco y la del puente Mackinac de Michigan. Ya en 1888 había existido un plan para construir una vía férrea subterránea que uniría Brooklyn y Staten Island, y en 1923 el alcalde de Nueva York, John F. Hylan, había dado luz verde a un túnel en Staten Island que combinaría automóviles y trenes.

Los puentes estadounidenses en la segunda mitad del siglo XX estaban aumentando en tamaño y seguridad, y los ingenieros norteamericanos se contaban entre los más osados del planeta. Siempre habían visto los puentes como un símbolo del desafío y un monumento a la belleza.

El mayor desafío sería la luz que cruzaría el puente: la tarea implicaba izar 60 bloques de acero desde barcazas, cada uno de ellos del tamaño de un enorme rancho, cada uno de ellos de 400 toneladas, a 70 metros de altura. Estos bloques de acero, junto con otros de menores dimensiones, luego se unirían uno a uno a las cuerdas de suspensión que colgarían de los cables para ser encajados horizontalmente de las aguas que separaban Brooklyn y Staten Island. Si uno de estos bloques caía al agua, retrasaría las obras al menos seis meses, ya que no existían duplicados. La visión de aquellos 60 bloques de acero formando un arco iris precioso de acero rojo que cruzaba las aguas desde Staten Island hasta Brooklyn quitaba el aliento a los espectadores situados en la orilla.

Cincuenta años más tarde su vínculo con ese mosaico gigantesco que es Brooklyn y el conjunto de torres en la orilla de Manhattan, aquellas que Truman Capote una vez tildó de "iceberg diamantino".

En nuestros días, Nueva York se ve inmersa en la construcción del Tappan Zee, un nuevo puente de cuatro torres. Su luz, de más de 5.000 metros de longitud, se extenderá por encima del río Hudson y unirá las localidades de Tarrytown, en Westchester County y de South Nyack, en Rockland County. Se completará en unos pocos años y será el primer puente que tendrá Nueva York desde la inauguración del Verrazano-Narrows allá por el año 1964.

El puente de Brooklyn sigue siendo el más famoso de Estados Unidos, pero nadie ha narrado con tanta maestría la construcción de un puente como Gay Talese ha hecho con el Verrazano-Narrows.

*Presidente de TuSantaCruz