Ciudadanos, PP, PSOE y Nueva Canarias quieren reformar el sistema electoral del Archipiélago. Les mueve, sobre todo, su deseo de darse más escaños donde tienen más electores y sus ganas de echar a Coalición Canaria de tantos años de poder. Proponen crear diez nuevos diputados al Parlamento, lo que ha provocado el cabreo de quienes piensan que con sesenta sueldos ya vale. Y que si sesenta no se ponen de acuerdo -como hoy demuestran una y otra vez- con diez más irá a peor la mejoría.

Lo más original, sin embargo, es la propuesta. Para empezar porque seríamos el único lugar de España en donde los ciudadanos tendrían que votar un mismo parlamento en dos urnas, una regional y otra insular. Y porque existirían dos tipos de diputado: los "pata negra" de nivel autonómico y los "cutrillos" de cada isla.

Además se proponen otras cosas curiosas. Darle un diputado más a Fuerteventura, porque tiene más población residente que La Palma. Pero se da la circunstancia de que La Palma tiene veinte mil electores más que Fuerteventura. ¿Se le va a dar un diputado más a quien tiene menos votos al Parlamento? Pues sí, eso proponen. Claro que al mismo tiempo se propone dar a Tenerife y a Gran Canaria un diputado más a cada una, cuando resulta que Tenerife tiene cincuenta mil habitantes -y electores- más que Gran Canaria. ¿No había que aplicar una corrección por el criterio poblacional? Pues ya ven. Unas veces sí y otras no. Depende.

El sistema que tenemos ahora y que lleva funcionando casi cuatro décadas establece un equilibrio en el número de diputados, porque atribuye representación por islas, en vez de por población. Es una anomalía. Pero no es la única. Precisamente porque estamos en Canarias y aquí los equilibrios son una manera de vivir, esta Comunidad tiene dos capitales, hecho inédito en el Estado español. Dos capitales que se reparten las sedes, las instituciones y los poderes públicos, encareciendo el costo de la administración a los ciudadanos. De esta otra anomalía no habla ni Dios y los partidos reformistas la han apartado como la peste bubónica. Ese tema, ni tocarlo.

Para construir realmente Canarias, tal y como se propone, el único sistema es establecer una lista regional y darle a cada voto el mismo valor, sea de donde sea. Eso también sería una anomalía porque no ocurre en ninguna parte de España. Pero al menos sería coherente. Todas estas fórmulas que se proponen son un apaño hecho a la medida de partidos "urbanos" a los que se les pone mayormente difícil sacar diputados en las islas menores.

A todo esto, Canarias tiene 15 diputados al Congreso. Castilla La Mancha tiene 32 con casi la misma población que Canarias. Y Castilla y León 21, con medio millón de habitantes menos. De estas curiosas anomalías "antidemocráticas" tampoco se habla. Porque los canarios, como buenos españoles, solo sabemos luchar contra nosotros mismos.