Lo de Fernando Clavijo ayer era, a priori, como el caso de quien se sienta en la mesa de un restaurante donde están reunidas sus ex parejas. O sea, algo incómodo y peligroso. El presidente le habló a un Parlamento donde las relaciones políticas han estado marcadas por la promiscuidad y la inconstancia. Por los bancos de la oposición asomaban cuernos como sables y los dientes como cuernos. Grave problema. Frente a este "menage a trois" ¿cómo hacer para llamar la atención? Noemí Santana gritó tanto que casi se funde el micrófono. Pero ni por esas. Los grandes estaban a lo suyo.

Lo de menos fue el discurso, que tuvo más datos que literatura. Clavijo puso sobre la mesa el mayor éxito de su gestión, que es haber conseguido más pasta de Madrid, y los datos de la recuperación económica de las Islas. Pero el PSOE ya venía de toriles con mucha mala leche. Los socialistas sacaron del zurrón los datos de la pobreza, las pensiones no contributivas y la gente que en general las pasa putas para llegar a fin de mes. Como si hasta el año pasado no hubieran estado en el Gobierno. Y como si en los cuatro años anteriores tampoco hubieran gobernado. O sea, como si los pobres hubieran brotado en las Islas de la noche a la mañana. Clavijo no pudo dejar de recordárselo a la portavoz socialista, Dolores Corujo, con su habitual y sonriente mala leche. Corujo tuvo que caminar sobre el delgado alambre de criticar un pasado del que formaba parte. Y a ver cómo se hace eso. Pues mal, ¿no? Hizo lo que pudo, pero no pudo del todo.

Despachado el primer despecho, que era el de los socialistas, le tocó al segundo. Asier Antona, el líder del PP, trepó hasta el escaño umbrío por la gripe, casi bruno, para atizarle a Clavijo a diestra y siniestra. Había que marcar distancias. Para Antona todo lo que ha pasado de malo en las Islas es culpa de los gobiernos de aquí y todo lo que ha pasado de bueno es por los gobiernos de allí. O lo que es lo mismo, que ha Clavijo le ha tocado la lotería de Mariano Rajoy. Fue especialmente crítico para demostrar que los medianeros no tienen bozal.

Conforme discurría el pleno uno empezó a comprender que en vez de un debate sobre el Estado de la Nacionalidad Macarronésica estábamos en una pelea de gallos para ver quién era el líder de la oposición, quien se fajaba más con Clavijo y quien podía sacarle de sus casillas. Trabajo inútil porque el presidente nacionalista se cayó de pequeño en una marmita de valeriana y tila. Hizo las réplicas como cañonazos sin que se le moviera ni una cana. Al final te quedas con las ganas de saber cómo está Canarias hasta que te dices: "!Coño, si vivo aquí!". Y eso.