Santa Teresa de Jesús era una pésima poetisa. Pero para haber nacido en Ávila tampoco está tan mal. Sobre todo porque en sus estados de éxtasis era capaz de hacer levitar su espíritu y adentrarse en los asuntos más difíciles de la fiolosofía. Lo dice en uno de sus más famosos poemas: "Vivo sin vivir en mí". Y ahí queda eso. Como si hablara de Pedro Sánchez.

El asunto del ser y el no ser nos ha traído a mal traer desde principio de los tiempos. Parménides de Elea ya empezó diciendo que lo que es se puede pensar mientras que lo que no es no se puede pensar. Y Aristóteles, con su "pienso luego existo", avanzó en la idea de que para poder ser hay que poder pensar. Luego llegaron los políticos españoles y demostraron que no es necesario.

Tal vez por ello, la intención del Mercadillo del Agricultor de Tegueste de este año haya sido un encomiable intento de hacernos pensar en el ser y el no ser. Este pasado fin semana se ha celebrado allí el III Festival del Patudo Canario, que es un tipo de atún de sabor exquisito. Y se ha celebrado con todo éxito, lo que nos abre la mente a un universo lleno de túnidas perplejidades. Porque las evidencias parecen decirnos que el festival del patudo se celebró sin el patudo. O sea, que lo que fue, no pudo ser.

Tal cosa extrañamente escolástica se puede deducir de que la veda para la captura del tal patudo se ha prolongado hasta el próximo día 26 de marzo, lo que nos lleva forzosamente a concluir que a la gente se le dio gato por liebre (es decir, tuna, barrilote o patudo de almadraba, que son otras especies) o que alguien se saltó la prohibición trincando ejemplares de una especie que no podía capturarse.

No se yo si el tal Parménides sería capaz de sacarnos del atolladero. ¿Se puede celebrar una festival de patudo sin patudo o debería llamarse, en honor a la verdad, III Festival del Atún en Lata? Tal vez la diferencia entre un patudo y una lata sea tan sutil que ningún hijo de vecino sería capaz de distinguirlo. Así que a lo que en realidad nos enfrentamos es a que la apariencia de realidad es a veces más importante que la realidad misma.

Estando detrás de la feria el Cabildo de Tenerife, podría haberse sustituido el patudo por el patoso, aunque el pleno de la corporación sufriera alguna pérdida irreparable. Pero seguramente se habrá elegido para dar el pego alguna otra especie más marina. No sería la primera vez. Dicen que Castro, en Cuba, ofreció tantas cenas oficiales con plato principal de conejo que el país se quedó sin gatos. En Tegueste no tenían patudo, pero le echaron un par. No se sabe de qué, pero un par. Y la gente salió relamiéndose.