A raíz del 8-M se ha conocido que la brecha salarial tiene causas concretas: excedencias por maternidad y contratación temporal. También se ha confirmado algo que imaginábamos, que España es uno de los países más igualitarios del mundo. Ni leo, ni escucho, ni sé de nadie, menos de organizaciones, que cuestione o ponga reparos a la máxima e igualitaria promoción de la mujer en cualquier actividad laboral: hay legionarias, pilotas de guerra (máximos baluartes masculinos); que dominan en muchas profesiones cualificadas.

Tony Judt explicó muy bien lo que supuso el Mayo del 68: la destitución de la clase obrera como sujeto transformador y su lucha social, reemplazadas por las cuestiones de identidad: mujeres, homosexuales, excolonizados, minorías étnicas. Filósofos y sociólogos teorizaron sobre ello dando fundamento al pensamiento políticamente correcto que atraviesa la posmodernidad. Cuestiones identitarias son feminismo y etnicismo.

Estas olas identitarias que forzosamente solo pueden sustentarse en un victimismo atroz, provocan en las disidentes del aguerrido esquema feminista triunfante convicciones de mayor autoestima individual, más fe en sus capacidades y la insumisión al victimismo por nacimiento. Lo que recogía el manifiesto minoritario de Cayetana Álvarez de Toledo y otras. Los movimientos identitarios, de suyo totalizadores y monolíticos como seguimos viendo, no pueden anular la disidencia, su impugnación, en definitiva, a la mujer individual. No es todo subsunción y representación del todo, pese a su ebriedad, euforia, comunión vibrante en el 8M: el vértigo de la masa unánime abrazándose.

No hay movimiento identitario en España que no exacerbe las diferencias, y el de género (8M) lo hace tanto como el nacionalismo catalán. Lo común, lo compartido o el ser individual arruinan su clamor y no tienen cabida. Lo singular de la llamada huelga es que no hay castillo heteropatriarcal que asaltar. El enemigo del feminismo es muy difuso, es la sociedad, entidades, los hombres, los micropoderes de Foucault, las propias mujeres, todo pues machismo metafísico, aunque concebido como aniquilador. Una guerra de sexos, donde ya se visibiliza la no empatía, el puritanismo, la coacción, la igualdad psicobiológica perseguida, de un feminismo dogmático y guerrillero.

Las presentadoras de la casta televisiva que abren simas salariales con sus curritos se sumaron a la huelga con gozosa hipocresía, una huelga animada por elites esclavas del progresismo de imagen, con sindicatos alquilados.

Fue aberrante la insolidaridad, repugnaba el silencio, con las mujeres de la India, Turquía, Irán, de escalofriante actualidad. ¡Tantas mujeres que ignoraban luchas y víctimas no blancas! El ácido: India; la cabeza descubierta: Irán; la imperiosa manifestación: Turquía...