En una lectura de la riqueza agroambiental de Canarias, son sin duda los cultivos en jable de Lanzarote los que ponen de manifiesto los aportes de una riqueza cultural del mundo campesino, cargado de experiencia, en un sistema de acierto-error que demuestra la gran sabiduría agroambiental de nuestro pueblo. Un saber que, lamentablemente, lo asociamos al pasado, a la rutina, a la pobreza, a la ignorancia, en una sociedad cargada del espejismo urbano, que mira al exterior, incorporando modas y modos, devaluando lo local como sinónimo de pobreza y, lo que es peor, de un pasado sin futuro.

La tecnología, la mejora de las comunicaciones, la mecanización de la agricultura, los abonos químicos (¿agrotóxicos?) y los pesticidas han puesto las bases para el olvido y la marginación de los usos tradicionales, de los valores útiles y positivos, de su sabiduría, de aportes de gran valor agroambiental que ahora tendría una lectura rica en otro ámbito social.

Veamos:

La aulaga es una planta de medio árido, carece de hojas, y está formada por espinas. Es la planta que sobrevive a las puertas del desierto. Los conejeros sustituyeron la aulaga en jable por los boniatos (o batatas), planta tropical exigente de agua, de 400 a 600 m3 por año. Ahora que hablamos de cambio climático, de plantas que soporten la sequía, aquí tenemos un ejemplo de libro. Con rendimientos de 6.000 a 8.000 kg/ Ha, cultivo que significó alimento para los isleños, siendo importante la exportación tanto al continente como a las islas británicas hasta hace unos años. No olvidemos que en el jable se cultivan también numerosas hortalizas y frutas (calabazas, tomate, sandía, etc.).

Jable es un vocablo francés derivado de "sable" (arena). Pero no es arena mineral, es arena de procedencia animal, formada por conchas y moluscos triturados, la marea los deposita en la playa de Famara, y el viento los transporta a lo largo de un corredor hasta Playa Honda al sureste.

El jable fue un castigo para los antiguos campesinos, ya que ahogaba los cultivos de grano o cereal, hasta que los luchadores campesinos conejeros incorporaron los boniatos, creando un sistema de control de la circulación del jable. En la piel de los campos utilizaron setos vivos o muertos que frenaban la circulación de la arena, depositando el jable al pie del seto, y extendiéndolo también por toda la parcela. También tenían un sistema de barbecho, retirando la hierba para mantener la humedad y la fertilidad.

El manejo del jable tiene un valor extraordinario, ya que el cultivo del boniato tiene algo menos de 200 años. Véase Jaime Gil y Marta Peña, y otros cultivos tradicionales de Lanzarote.

Otra lectura del jable. Gran parte de las tierras donde se cultivó el jable ahora es lo que llaman "monte aulaga", y lo que queda cultivado, una parte está enarenado con riego, ya que los campos de secano están cubiertos de aulaga. No olvidemos que los boniatos se han quedado en la actualidad con un consumo reducido en las islas, si bien ahora cultivamos una nueva variedad cubana, con boniatos más pequeños, ya que las variedades de antaño dejaron de tener interés comercial por su excesivo peso.

En una palabra, los cultivos en jable son una lección de sabiduría y riqueza cultural, de aporte de imaginación y lucha para optimizar un medio hostil. Un ejemplo que la escuela y la Universidad han devaluado, identificándola como cultura de la pobreza, todo ello regado por la ignorancia de una sociedad que ha dejado de lado lo nuestro, lo pequeño, lo local. Una sociedad en la que los boniatos no entran en la comida preparada, ni en los valores de moda actual, tampoco entran en lo que les presentamos a los turistas, ni como gimnasio para los jóvenes.

Es necesario reivindicar el valor cultural de los platos con este cultivo, desde un puchero a boniatos al horno y tantos otros platos.

Qué decir del valor como paisaje, referencia de un cultivo único en el mundo, cultivado sobre restos marinos que los alisios depositan en tierra, regados con la lluvia del desierto. Plantas tropicales gracias a la sabiduría y el saber hacer de los campesinos conejeros, sistema que dignifica el trabajo y el esfuerzo de nuestros hombres y mujeres del campo, que cultivan sobre restos marinos de moluscos milenarios.

Volvamos al cultivo sobre los campos de aulaga, dignifiquemos social y económicamente a nuestros campesinos.