El menceyato de Gran Canaria ha vuelto a poner el grito en el cielo porque se le está perjudicando. Ya tienen pruebas de cargo. "Canarias nos roba", dicen a sus ciudadanos. ¿Culpables? Las malvadas fuerzas de herri chichasuna, ese siniestro ejército de soldados de Nivaria que opera en la sombra política y empresarial.

Según la visión de Antonio Morales, presidente del Cabildo de allí, cuando éramos dos provincias Gran Canaria creció libremente y se convirtió en un territorio líder a cuya sombra palidecían de envidia las restantes islas, deseosas de apropiarse de las riquezas y dones que favorecían a los canariones. Pero llegó la democracia y la jodimos. "La vuelta a la provincia única, a través del concepto insularista y de bloqueo al desarrollo de Gran Canaria que supuso el modelo autonómico, nos relegó del primer al cuarto puesto actual en renta per cápita". Más clarito no se puede decir. La autonomía no ha hecho más que robar a la isla que más produce, que más recauda, que mejor funciona y que mejor pelo tiene y lo más de lo más.

Los datos son escalofriantes. Tenerife tiene el 49% de los cargos públicos frente al 29% de Gran Canaria. Según un análisis de ADN realizado por el club de Científicos Moralistas, en la secuencia del genoma del grancanario puro se está produciendo una mutación por la infiltración de cadenas genéticas típicamente tinerfeñas, perceptibles en las analiticas porque suelen terminar robándose todos los telómeros. Una prueba de ello es que se dice que José Bermúdez o José Miguel Ruano tienen orígenes grancanarios pero no muestran ninguna reacción emocional -sudoración o dilatación de pupilas- cuando escuchan cantar "Roque Nublo" a Mary Sánchez y los Bandama. El virus del tinerfeñismo altera la pureza de la raza grancanaria de forma irreversible y peligrosa.

Morales lo ha calado. Ha visto cómo en Tenerife se construyen kilómetros de túneles y autopistas de ocho carriles, cómo se invierte tendenciosamente en presas, saltos de agua, centrales nucleares y otras miles de inversiones creadoras de riqueza mientras a ellos solo les han hecho un jodido acuario. Es lógico: ha tenido que saltar. No porque sea insularista, sino porque ya está bien de expolio.

El Gobierno canario no solo va a conseguir que la Unión Deportiva descienda a segunda sino que conspira para impedir la supremacía grancanaria. La isla no puede volar porque está retenida con cadenas a los seis restantes y ramplones islotes que le sorben la sangre y le impiden crecer. Ante eso, ¿qué alternativa le queda a un patriota como Morales sino plantarse y levantar la bandera de la división? Rompamos Canarias de una puñetera vez. Adiós al sueño de que somos un solo pueblo sobre el mismo mar. Hagamos siete repúblicas insulares independientes y que cada perrito se lama su cuquita. Y felices los siete. Bueno, por lo menos uno, que ya podrá volar.