El presidente de la patronal de los hoteleros, Jorge Marichal, sería el más rápido del Oeste. Tiene un cerebro bien amueblado que piensa muy rápido y usa un verbo de grueso calibre que dispara casi al mismo tiempo. Y de vez en cuando habla y sube el pan.

Esta semana dijo que en este país el trabajador que está explotado es porque quiere, porque hay mecanismos legales suficientes para evitarlo. No dijo ninguna mentira, pero tal vez le faltó sutileza. Vivimos tiempos donde el trabajo es un privilegio y poca gente corre el riesgo de perderlo. Eso produce efectos indeseables. Por ejemplo, que los trabajadores estén dispuestos a cobrar sueldos extremadamente bajos que en otros tiempos serían impensables. O que acepten hacer algunas horas extras no retribuidas para aumentar su valor ante la empresa.

Según las encuestas oficiales, el sesenta por ciento de las horas extraordinarias no son remuneradas. Es una cifra que asusta. Las inspecciones laborales demuestran que existe un importante porcentaje de contratos que no cumplen con la legalidad. En datos del pasado año, el PIB era superior al del año 2008, al comienzo de la crisis, con cincuenta mil trabajadores menos. El peso de los salarios, en ese periodo, ha descendido. En cifras del INE, ha crecido casi cuatro puntos menos que el costo de la vida. Con apenas 19.000 euros de media, los sueldos en las Islas se encuentran a la cola de lo que se paga en España.

Que los árboles nos dejen ver el bosque. El verdadero problema de estas islas son esos sueldos insuficientes. Porque es algo que venimos arrastrando desde hace muchos años, junto a una tasa de paro superior a la media nacional. Tenemos más paro que nadie y tenemos los peores salarios en todos los sectores económicos. Tal vez porque cuando hay excedente de mano de obra la tendencia de las empresas, que disponen de trabajadores para elegir, es moderar las retribuciones acogiéndose a ese viejo principio de las lentejas: o las tomas o las dejas.

Tras este largo periodo de crisis, han aumentado los beneficios. El pobre crecimiento salarial ha terminado mejorando a la cuenta de resultados de tal forma que habría que remontarse a los años anteriores a la crisis económica para ver cifras similares. Marichal ha dicho una verdad a la que le faltan matices. Los trabajadores europeos están protegidos por las leyes. Pero la realidad es un poco más laxa. Cuando hay más de doscientas mil personas en cola esperando para hacer lo mismo que tú, a cualquiera se le encogen los esfínteres del entresuelo. Ese es el panorama que aún tenemos. Y con mano de obra de importación, que dicen que está mejor cualificada que nosotros. Por eso la gente está por aguantar carretas y carretones. Porque no está el patio para quejarse mucho, no vayas a terminar haciendo tú la cola del paro.