Desde la fundación del Partido Nacionalista Canario en La Habana hasta la fecha han transcurrido 94 años. En aquel tiempo había una convulsión histórica porque aún coleaban los quejidos por las pérdidas de las colonias americanas, que se estaban desgajando del imperio español recobrando sus libertades. Siendo la independencia de Cuba el inicio de poner en la escena política una organización, el PNC se consolidó el 30 de enero de 1924 bajo la presidencia de José Cabrera Díaz, marcándose como objetivo luchar por la independencia de Canarias.

No fue un acuerdo unánime por todos los integrantes del partido, ya que pasado cierto tiempo algunos defendían el legado que en sus últimos años Secundino Delgado preconizó como un autonomismo para Canarias, porque la consecución de la independencia era difícil dado que había que culturizar a un pueblo que estaba desnaturalizado, con unas cotas de analfabetismo galopante y sometido a la tiranía y saqueo de los caciques de aquí y de allá.

Repasaba días atrás los dieciocho números de la revista "El Guanche" sobre la situación de Canarias antes y ahora, cuando nuestros compatriotas decidieron desde la emigración luchar por las Islas en busca de su bienestar social y por una emancipación española, y vemos que hay alguna que otra confluencia.

Los nacionalistas del PNC desde Cuba tenían la convicción de poder lograr sus aspiraciones independentistas, pero habría que ir desbrozando el camino, y antes que nada era imprescindible elevar el nivel cultural de Canarias e introyectar en su conciencia que un pueblo sometido, si se liberase de las cadenas, podría vivir felizmente .

Y hoy la situación política, que nos ampara con una Constitución caduca, una autonomía encorsetada que pide más capacidad para autogobernarse y un Estatuto en puertas de aprobarse, y no se sabe si en su totalidad o con enmiendas que nos favorezcan o no; una escolarización conflictiva y un nivel de paro preocupante; todo ello nos hace insistir que la situación de dependencia continúa, aunque no tan exacerbada como entonces.

Y es que al no disponer de la totalidad de nuestros recursos, con una economía que es depredadora para los que trabajan con salarios de miseria por las multinacionales, sobre todo, hosteleras; con un mar que nos puede pertenecer saqueado por pescadores foráneos y por multinacionales petroleras siempre amenazantes ; sin fronteras que nos protejan o que podamos abrir al mundo, el nacionalismo canario no debe permanecer impasible, condicionado por factores externos, de políticas que dificultan nuestro desarrollo, que motiva que muchos nos sigan considerando ciudadanos de tercera.

El PNC ha estado siempre en su sitio, y hoy cuando repensamos y conmemoramos los orígenes de nuestro partido y por las vicisitudes por donde transcurre el atomizado nacionalismo canario, quizás sea el mejor momento para que, de una vez por todas, los nacionalistas, sin rémoras ni resabios, nos consideremos ramas de un mismo árbol: el de la nación canaria.