La cultura y la economía de ambos pueblos, el canario y el venezolano, tienen mucho en común. El emigrante siembra, cultiva, y al hacerlo traslada sus conocimientos y vivencias a los territorios en los que se implanta, y a los que regresa.

Sean estas líneas no solo de lo que ocurre en Venezuela, sino también de reflexión de lo que podemos hacer aquí, porque la Venezuela "saudí" sembró la actual situación, y aquí y ahora también vivimos en una sociedad cargada de espejismos, de nuevos ricos que olvidan y marginan el mundo rural.

También tenemos un mundo "saudí", el de los dieciséis millones de turistas que convive, al mismo tiempo, con paro, pobreza, tierras balutas e importaciones masivas de alimentos que podemos producir aquí.

Veamos algunos aspectos: la carne con papas en Venezuela y las arepas en Canarias son parte de los vasos comunicantes de nuestros emigrantes. Los cultivos de papas en Venezuela, fuera de la zona andina, han estado vinculados con canarios, incorporando el consumo de papas a la Venezuela urbana, ya que, con anterioridad a los canarios, las papas eran un cultivo andino, con más de siete mil años de antigüedad en estas montañas. Los canarios, sin embargo, están familiarizados con este cultivo desde el Norte de Lanzarote hasta Nizdafe (El Hierro), en muchos casos con variedades andinas que se cultivan desde hace más de cuatro siglos.

Papas de carne amarilla.- Los canarios mejoran los cultivos, que habían sido mayoritariamente de secano, con semilla local o colombiana. Potencian los cultivos en cotas más bajas hasta los 300 metros, con semillas importadas, principalmente de Canadá, de carne blanca, con cultivos mayoritariamente de regadío, con mecanización y fertilización.

Gran parte del abastecimiento de papas está en manos de los canarios, que importan unos 600.000 sacos de 50 kilos de semillas, y generan una producción que supera los 300 millones de kilos. Según Simón Ortega, un 80 % lo cultivan los canarios y el otro 20 % los venezolanos.

Los isleños establecen medidas para mejorar la producción, consiguen del gobierno precios mínimos para los agricultores y un sistema de cupos a la importación de semilla; esto, unido a la construcción de instalaciones de almacenaje, como un elemento básico en la dieta del venezolano. Aunque también hubo cortocircuitos de cosecha propia, lo que llaman "rosca" en Venezuela y en Europa "grupo de presión" ("lobby"), sobre todo en los mercados, en el de Barquisimeto y en otros.

Actualmente, no importan la semilla del Canadá, y la producción queda reducida a la semilla local, además de que no hay insumos básicos para obtener cosecha. Por otra parte, la fijación de precios mínimos a los agricultores por parte de la administración, estando su valor por debajo de los costes de producción, hace que la cosecha haya caído más de un 50 %, según Fedeagro (Asociación de Agricultores de Venezuela), pasando de algo más de veinte kilos por persona al año, a la Venezuela de las colas y el hambre.

En Canarias también hemos perdido gran parte del autoabastecimiento. Incluso la exportación hasta el año 1977, cuando cultivábamos quince mil hectáreas. Hoy no cultivamos ni cinco mil, importando gran parte de nuestras demandas, mientras tengamos euros. Y al mismo tiempo, nuestros campos están cubiertos de maleza. Según COAG, en estos últimos años las importaciones agrarias triplicaron las exportaciones.

"Sembremos turismo", garanticemos precios mínimos a los agricultores y hagamos inversiones en el sector primario, acuerdos con los distribuidores, con el turismo (como "Crecer Juntos"), dignificando el sector agrario.

Lamentamos que el gobierno de Venezuela no esté mirando para el campo para producir alimentos, garantizando precios que cubran los costes de producción a los agricultores, insumos que cubran el mantenimiento de tal actividad, y seguridad en el mundo rural, tanto en el plano jurídico como el policial. Lo que propone como prioridad el señor Maduro es la criptodivisa, el "petro", poniendo como aval la franja del Orinoco?, mientras, los campos de cultivo los cubre la maleza, y los venezolanos hacen colas por productos básicos que se pueden cultivar en las tierras fértiles de un país que podría alimentar más de cien millones de habitantes. La alimentación de los venezolanos no es un problema difícil si se crean condiciones en el campo; como bien planteaba Arturo Uslar Pietri, "sembrar el petróleo". Los isleños cubrieron una etapa, ahora todos son venezolanos. Toca un nuevo periodo dignificando el trabajo, el esfuerzo, olvidándose de una cultura rentista: "Me tocan todos los días varios miles de litros de petróleo, nacimos para disfrutar, el trabajo no nos corresponde, etc.". Vamos para el Orinoco con el "petro", no hacemos un surco para cultivar yuca y el cazabe está racionado.

Hay alternativas, miremos también para el campo. No sigamos mirando para los bienes de la naturaleza para especular, olvidando que los estómagos demandan productos que dan la tierra y el trabajo de los campesinos. Con el "petro" y lo virtual no atendemos al estómago.