La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera, cuyo proyecto podría haber cumplido cincuenta años como la de Las Palmas, lamentablemente ya no existe ni se le espera. Fue una iniciativa privada que partió con la ilusión de un grupo de amigos que pusieron el alma y su dinero personal para hacer realidad un sector que entendíamos que la isla merecía, pues los antecedentes de este género musical en nuestra tierra canaria venían de la llegada a nuestro puerto de grandes compañías de ópera, bien en viaje de ida como de vuelta de América, que hacían su parada en la isla y ofrecían sus mejores interpretaciones. Crearon así un ambiente musical y cultural que propició una extraordinaria afición. Con la llegada de los vuelos transoceánicos dejaron de desembarcar en el Archipiélago, pero quedó la semilla que originó años después la creación de la asociación.

Comenzaron haciendo tres títulos con una sola función en el Teatro Guimerá, que era cedido por el Ayuntamiento; el Cabildo aportaba la orquesta y los socios su ayuda económica. Se contaba también con apoyo de algún patrocinador, pero no había subvención autonómica ni estatal. El teatro llenaba el aforo y era como un gran grupo de setecientos amigos porque todos nos conocíamos. Las señoras vestían sus mejores galas y los hombres iban con esmoquin o traje oscuro, pues acudir al coliseo era un acto significativo en nuestra capital, tanto como ver una exposición, ir a alguna fiesta de un club social o cenar en algún hotel. Vivíamos en una sociedad amante de la cultura donde conocíamos la trayectoria de casi todos.

El caché de los artistas era bastante bajo, la orquesta y el coro de aficionados, que era de lo mejorcito, no cobraban, y aun así todo el mundo quería participar. Se hicieron buenos espectáculos con muy poco presupuesto e incluso tuvimos grandes figuras del bel canto o debutantes como José Carreras, aunque se empeñe en afirmar que fue en el Liceo de la mano de la Caballé.

Don José Sabaté estuvo bastantes años como presidente; es un hombre serio, austero y con mucho prestigio personal, a cuyas órdenes se realizaron muy buenas representaciones. Luchó tenazmente por conseguir la ayuda del Gobierno de Canarias, pero se retiró sin conseguirla, pues lo poco que asignaban se lo llevaba Gran Canaria. Le sustituyó una comisión gestora que presidí y que convertimos en Junta Directiva los siguientes años. La producción del festival dio un vuelco al conseguir el apoyo económico de José Manuel García Ramos y Carlos Díaz Bertrana, y lograr firmar convenios con todas las entidades públicas. Comenzamos otra etapa diferente ya sin altruismo; todo el mundo tenía que cobrar por su trabajo, y me congratulo de haber puesto el listón bastante alto. Me sustituyeron tres presidentes, pero uno duró dos años; el otro creo que no llegó a cumplir su mandato, y fue el último responsable del cargo quien la armó: creyó que la ópera era jauja y, utilizando una tarjeta Visa Oro, viajó a festivales europeos, pagó compras en centros comerciales y no reparó en gastos, metiendo a la asociación en un pozo sin fondo de difícil solución. Lamentablemente este ha sido su final, pues nadie ha querido, ni socios ni particulares, hacerse cargo de la responsabilidad.

Nuestra querida ATAO ha desaparecido, pero la ópera sigue, porque al acecho y con las garras afiladas estaba la clase política, que durante años esperaban ansiosos ocupar esa parcela de la cultura, porque desafortunadamente creen que aportando una parte muy importante del coste del festival les da derecho a tener la responsabilidad de organizarlo. Desde aquí les recuerdo que ocupan un cargo político de ida y vuelta, que no ponen el dinero, que sale de nuestros impuestos y que lo aportamos todos los canarios, por lo que es un error no permitir a la iniciativa privada participar de la vida social y cultural de nuestra tierra.

El aumento del presupuesto ha conseguido representaciones de calidad, concursos, clases magistrales, óperas familiares y un sinfín de actividades, pero me preocupa que sigan escaseando en los repartos artistas de la tierra, y que para pequeños papeles traigan antes a alguien de Italia o la Península que dejar que conocidos de El Toscal o de Arafo tengan su hueco en el Festival.

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