Cuando se planteó la polémica de las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias, algunos dijimos lo evidente: que la cuestión estaba en los beneficios que debía recibir Canarias. Porque era un hecho que si no se hacían en aguas supuestamente españolas, se podrían hacer en aguas supuestamente marroquíes. Pero las pasiones del enfrentamiento entre el Gobierno de Canarias y Madrid, con las figuras de Paulino Rivero y José Manuel Soria como protagonistas antagónicos, se tragaron esa evidencia. La ojeriza que se tenían ya había producido importantes fricciones y los sondeos fueron como un chorro de gasolina sobre el fuego. Se lio.

Poco más tarde, las compañías interesadas suspendieron las actividades y nos contaron que los yacimientos o no existían o se encontraban a una profundidad que hacían poco rentable su extracción. Fue, aparentemente, el fin de la historia. Luego, Rivero fue forzado por su partido a dejar el Gobierno. El ministro Soria pagó con su dimisión una pésima explicación pública de los negocios de su familia en paraísos fiscales. Y las relaciones entre el gobierno autonómico y el central entraron en un nuevo cauce de entendimiento.

Después de su dimisión, Soria volvió al mercado privado. Y ha hecho frecuentes viajes a Marruecos. Y es ahora que se anuncia que ese país autoriza la realización de nuevas prospecciones en sus aguas. Algún malpensado podría deducir que se trata de una dulce venganza del exministro. Que lo que no se podía hacer sin polémica y costos extraordinarios en aguas españolas podrá realizarse con impuestos mucho más modestos, ninguna polémica social y menores exigencias medioambientales, en territorio marroquí. Y que esa operación de ir por la puerta trasera podría haberla diseñado una inteligencia como la de Soria.

Pero todo eso son especulaciones. Lo que es real es que los pinchazos se harán en aguas marroquíes. Y si se confirma la existencia de yacimientos susceptibles de ser explotados, comprobaremos básicamente dos cosas: que las petroleras nos contaron un camelo para suspender las pruebas en aguas canarias y marcharse a las de al lado y que algunos han hecho el canelo. Porque si se instalan plataformas petrolíferas -esas que no se han marchado de la zona- en aguas marroquíes, vamos a tener todos los riesgos de ese tipo de explotaciones y ninguno de los beneficios. No vamos a controlar las medidas de seguridad y no veremos ni un duro de impuestos sobre los beneficios de los yacimientos.

Marruecos es un país tapón de la inmigración africana y un aliado de Occidente en la lucha contra el terrorismo. Dudo mucho que ni España ni la Unión Europea estén en condiciones de presionar para que haga un legítimo negocio con el petróleo. Eso por no hablar de que Mohamed VI se pasaría las presiones por la parte de la chilaba que linda con su real trasero. Deberíamos ir adelantando trabajo y dándonos por jodidos.