Cuesta entender lo que ocurre en Venezuela, país con buenos suelos y agua, semidespoblado, con carencias en alimentos básicos. Hoy, un kilo de frijoles negros, proteínas de los pobres, cuesta 90.000 bolívares, mientras que el salario básico es de 10.000 bolívares. El salario mínimo lo han subido siete veces durante 2017, con una inflación de más del 2.500 %.

Los alimentos escasean, con precios prohibitivos; mientras, el gobierno establece unos comités locales de alimentación y producción socialista, pero ni así están al alcance de los que tienen el carné de la patria. Venezuela tiene hoy más de 33 millones de habitantes, de los cuales viven en ciudades unos 25 millones; en la Venezuela prepetrolera no se superaban los 6 millones.

Para repartir hay que producir, tema olvidado por gran parte de los políticos venezolanos ahora y antes. Decía allí el intelectual Arturo Uslar Pietri (1906-2001) "sembrar el petróleo", que en Venezuela no se han producido alimentos, ya que el campo venezolano ha estado marginado con una cultura agraria refugiada en la parte larense y andina, en lo que resta de cultivos itinerantes en rozas, como actividad complementaria a la pesca y a la caza.

En la década de los años 50 del pasado siglo se produce una masiva entrada de inmigrantes: españoles, italianos y portugueses. Destacaron en el campo los canarios como grandes productores de alimentos para las zonas urbanas en crecimiento. Los canarios no solo producían alimentos, sino que también participaron en su distribución (Quinta, Crespo y Coche estuvieron gestionadas por canarios y portugueses). Los campesinos isleños crearon infraestructuras en el campo para cultivar papas, tomates, cebollas o tabaco, pero también para cultivos desconocidos en las Islas, como arroz, sorgo y yuca.

Los isleños y el resto del sector agrícola y ganadero siguieron trabajando e invirtiendo, mejorando la mecanización y la agricultura intensiva que autoabastecía el país, a excepción de algunos productos como el trigo o la leche. La "Venezuela Saudí" exportaba petróleo en algo más de 2 millones de barriles diarios, mientras apenas demandaba alimentos del exterior.

Hemos de tener presente que el 96% de las exportaciones dependen del petróleo, que con su bajada de precio pasó de valer 70.000 millones de dólares en 2011 a 20.000 millones en 2016. Por otra parte, la petrolera estatal, PDVSA, pierde competitividad y baja la producción total; mientras la gasolina se vende allí a 6 bolívares el litro, un huevo cuesta 30.

Sin embargo, la expansión urbana y los petrodólares permitieron que los políticos del país se olvidaran del medio rural, ya que la importación de alimentos era extremadamente fácil. Los teóricos de la revolución chavista han aplicado unas teorías que no funcionan. El campo venezolano ha perdido la iniciativa privada y el empuje de los emigrantes que lo pusieron en marcha. Las nuevas generaciones no están dispuestas a seguir las pautas de unos burócratas urbanos que establecen precios políticos para alimentar a las ciudades. Son burócratas que ponen en duda la propiedad de las tierras y meten presión política al sector agrario, en muchos casos a canarios que soportan el secuestro exprés y el aumento de la delincuencia. La gestión de la producción agrícola se está desmoronando, agravándose la situación por la escasez de insumos, a la vez que los precios de los productos de primera necesidad se disparan.

Hoy un kilo de azúcar cuesta más de 180.000 bolívares, la carne está a 220.000 bolívares el kilo, los plátanos a 6.000 bolívares por kilo, las cebollas a 130.000 o el arroz a 140.000 bolívares el kilo, y la leche en polvo a 1.000.000 de bolívares el kilo. Mientras un neumático para un camión cuesta 10.000.000 de bolívares, la gasolina está más barata que el agua, a 6 bolívares el litro. La moneda venezolana se devalúa dos o tres veces al día.

Venezuela ha pasado de autoabastecerse en carne de res, cerdo, pollo, café, arroz y maíz, llegando a exportar, y de casi lograrlo con la carne (con la que cubría un 80% del mercado interior en 2011), al debate del pernil de estas navidades. No sembraron el petróleo, y ahora se plantean la distribución de carne portuguesa y colombiana sin pagarla.