Somos pocos los que aún recordamos la playa de Trabucos, situada muy cerca de San Andrés y accesible sólo por una vereda que bajaba desde la antigua carretera, donde nos dejaba la guagua, descendiendo con cuidado hasta la orilla de la mar. No era muy extensa, pero, al igual que la vecina Las Teresitas, la arena negra permanecía impoluta (nunca llegaron los especuladores) y la tranquilidad que imperaba en el entorno contribuía, de manera formidable, a que el bocadillo de tortilla supiese a gloria. Junto a Valleseco, El Balneario y María Jiménez, conformaba aquellos lugares de ocio que dinamizaban (algo) la capital de la isla. Entonces, los políticos (en aquellos tiempos no se necesitaban muchas neuronas para acceder a puestos de responsabilidad -bastaba con saber cantar el "Cara al sol"-) interpretaron interesadamente y de manera insólita su elemental trabajo, consiguiendo exactamente lo contrario, es decir, la ruina del litoral de Santa Cruz.

No es frecuente (más bien poco) que en estas líneas aparezcan alabanzas a cualquier iniciativa que surja desde la clase gobernante destinada al bien del común. Y es que las personas que hoy deciden consagrarse a la política (siempre voluntariamente..., según afirman ellos mismos constantemente) no forman parte, precisamente, de un grupo que transmite alegrías a los vecinos olvidados. Al contrario, entre reuniones, comisiones y comilonas, los asuntos públicos quedan disueltos en un buen puchero.

Hoy, sin embargo, Santa Cruz de Tenerife está de enhorabuena especialmente por dos decisiones largamente trabajadas por su alcalde, José Manuel Bermúdez. Claro que, desde lo alto de Valleseco, ha tenido que esperar, pacientemente, a que la Autoridad Portuaria (le queda pendiente a esta la conexión Plaza de España-Mar), Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife (demoradas tantas cosas) aprueben la financiación de las obras de la playa de Valleseco. Ha sido el consejo de administración de la Autoridad Portuaria el que ratificó el proyecto diseñado por los arquitectos Casariego y Guerra bajo el nombre "Sol y Sombra", y es esta institución la que realizará formalmente la obra, en cuya financiación participarán también las otras tres. El desarrollo de esta buena nueva será responsabilidad, en primer lugar, del presidente de todos los muelles de la provincia, el cual velará por que los dineros lleguen a donde tienen que llegar para entullar, de una vez por todas, las múltiples dilaciones soportadas a lo largo de los años. Nadie pone en duda la importancia de esta obra. A un tiro de piedra (ni siquiera habrá que coger la guagua), los chicharreros tendremos una formidable zona de ocio de la que esperamos, además del lógico esparcimiento, un exquisito respeto por los muelles y las naves carboneras. En la infografía del estudio de arquitectos se observa este escenario, no vaya a ocurrir algo similar a tantas chapuzas cometidas en nuestra capital. Por su vinculación a Valleseco y por su compromiso con los ciudadanos, el alcalde Bermúdez debe permanecer ojo avizor en cuanto empiecen a moverse los callaos y que, en el momento de comenzar las obras, los técnicos tengan bien presente que por la zona existe un vertido de aguas residuales y que esta situación quede subsanada.

La otra gran noticia para el municipio de Santa Cruz de Tenerife (hay más) es la, por fin, licitación de la renovación integral de la estación depuradora de aguas residuales instalada en el barrio de Buenos Aires y que ha afectado al vertido a la mar de toda la caca procedente de La Laguna y La Esperanza. El actual emisor no tiene capacidad para cumplir con la ley y para terminar con el horroroso aspecto del litoral y los malos olores que vienen soportando los vecinos de barrios adyacentes, como Chamberí. Es una obra a la que se le ha prestado poca atención entre la ciudadanía, más preocupada en la diversión continua. Es comprensible la gran satisfacción del alcalde Bermúdez, quien, después de tantos viajes a Madrid, ha conseguido que el Estado invierta 32 millones de euros para modernizar esta instalación que da servicio a 345.000 personas. Ningún ayuntamiento está en disposición de afrontar esta cantidad. Cuando finalicen las obras, el mantenimiento de la depuradora pasará al Cabildo tinerfeño, gestión cuestionable, ya que derivará en algo tan magnífico como es el Consejo Insular de Aguas.

En artículo anterior denunciábamos el abandono de distintos inmuebles y zonas que ahora, el Ayuntamiento, con convenios con el Cabildo, pone en marcha. La plaza de Los Patos (en ejecución), el Templo Masónico (a pesar de los carcas), el cementerio de San Rafael y San Roque, la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela de Comercio, la Plaza de Toros y el Viera y Clavijo son algunos de los bienes capitalinos que se beneficiarán de un desbloqueo que algunos se encargaron de instaurarlo. La activa concejal de Patrimonio, Yolanda Moliné, ha insuflado nuevos aires en la Casa de los Dragos.