Angelina Jolie es una de las bellezas femeninas más universales que conozco. Y es que existen personas rematadamente guapas. Recuerdo cuando en la época universitaria un amigo (hoy tan popular como inseguro), me comentó lo cruel que resultaría que un tipo como Ricky Martin se enamorara de tu novia: "no lo podrías parar, es una estrella, es un guaperas, está forrado y además es simpático". Sin embargo, aún existen tíos que se niegan a reconocer que otro hombre es guapo, y niegan ver cualquier atisbo de belleza en Brad Pitt, George Clonney, Hugh Jackman o Gerad Butler. Pero lo más peregrino es que la excusa que esgrimen resulta ser que si pudieran afirmar que otro hombre es guapo serían gays. Y en esto nos llevan mucha delantera las mujeres, que nunca han tenido pelos en la lengua para reconocer la belleza ajena, aunque luego pongan a la interfecta a caer de un burro.

Después existe toda una gama de grises donde todo es opinable: ¿Son realmente guapas Elsa Pataky y Paula Echevarría? ¿Te parece realmente guapo Alejandro Sanz o son otros talentos los que lo adornan? Si bien en la primera división la belleza suele estar ligada al atractivo, en la segunda aquello es una rebambaramba donde todo es confuso. Pero ahí, donde se rompen todos los esquemas, nos damos cuenta de que el verdadero atractivo de las personas no reside en una suma de ítems, sino en un conjunto irreconocible de circunstancias maravillosas. Y son esas, y solo estas, las que nos llevan al amor, afortunadamente.

@JC_Alberto