Dado que la deriva catalana, trufada de mentiras solemnes -como el apoyo internacional no demostrado y el conflicto de la doble legalidad que se sacaron de la manga- y de trampas sentimentales -manipuladas por los tartufos del "tres per cent and company"-, toma derroteros agrios y peligrosos en gentes que creen, de buena fe, en la independencia, charnegos dignos y catalanes sensatos y honestos se preguntan qué será de los bienes de titularidad estatal en una supuesta república.

En esa dirección me llega un email de un veterano y prestigioso trabajador de la cultura que, acosado por su neutralidad en un pleito vicioso y viciado, regresó a su región natal, desde la que transmite sus preocupaciones a sus íntimos.

"En unas circunstancias radicalmente distintas y tras la euforia da las Olimpiadas del 92, con tan generosas inversiones estatales, la fundación del Museo Thyssen y el Museo Nacional de Arte de Cataluña firmaron un convenio para la exposición de sesenta y cuatro obras en el monasterio de Pedralbes, más tarde trasladadas a la sede del MNAC".

La selección, realizada por relevantes especialistas, con papel estelar para Tomás Llorens, cubrió lagunas sensibles en el patrimonio catalán con obras datadas desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XVIII y con nombres tan relevantes como Fra Angélico, autor de la "Virgen de la Humildad". Y además, cuatro tablas del renacentista alemán Lucas Cranach el Viejo, la "Anunciación" de Paolo Veronés, retrato de senador por Tintoretto, sendas vírgenes con niño de Tiziano Vecellio y Pedro Pablo Rubens, un retrato de Mariana de Austria firmado por nuestro Velázquez y "Cristo en la cruz" de Francisco de Zurbarán; y un espléndido Canaletto, el Bucintoro de Venecia y tres telas de Giambattista Tiepolo y su hijo Giandominico.

Con pesimismo comprensible por sus incidentes en el lugar donde residió tres décadas, mi amigo se pregunta qué pasará con estas obras. En el supuesto de la emancipación, volverían al legítimo propietario, el Estado español, aunque con Puigdemont nunca se sabe, porque miente, incumple las leyes y, encima, llega a pedir que las pensiones de los jubilados catalanes fueran, en principio, a cuenta de España. Morros, que los hay.