Este verano realicé un viaje a Rumanía. Concretamente a su capital, Bucarest, y a Transilvania. Bucarest, con dos millones y medio de habitantes, es la décima ciudad con más habitantes de la Unión Europea. En los años veinte del siglo XX fue denominada "la pequeña París". Y, desde luego, poco a poco va recuperando esa grandiosidad y belleza; aunque no cabe duda de que aún hay muchos edificios importantes que necesitan una gran remodelación. En la capital rumana está, por otro lado, el imponente Parlamento, que es el segundo edificio más grande del mundo -tras el pentágono norteamericano-, una obra megalómana del dictador comunista Nicolau Ceaucescu. Entre los lugares que visitamos cabe destacar el Museo del Pueblo, una visión arquitectónica y de la vida cotidiana de las distintas regiones de Rumanía.

Rumanía tiene 43 regiones, dos de ellas con mayoría de población húngara. Curiosamente no están en la frontera entre los dos países, sino que son regiones del centro de Rumanía. Eso sí, hay muchas ciudades, entre ellas Targa Mures, donde los rótulos de la mayoría de los edificios públicos están en los dos idiomas, rumano y húngaro.

Transilvania es una de las tres naciones que formaron Rumanía. Las otras dos son Valaquia y Moldavia. Conocemos Transilvania sobre todo por el personaje de Drácula, pero es una región preciosa. Su nombre proviene de "trans", detrás, y "silva", porque había muchísimos bosques (y sigue habiéndolos en los Cárpatos).

Sibiu fue la antigua capital de Transilvania. Es una ciudad de tradición germánica. De hecho, su otro nombre es Hermannstadt. Y el presidente actual de Rumanía fue alcalde de esta ciudad, y es de ascendencia alemana: Klaus Werner Iohannis. Sibiu es una bellísima ciudad, con una importante y abundante actividad cultural. Fue capital cultural europea en 2007 y será región gastronómica europea en 2019.

Sighisoara, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, posee la ciudadela más habitada del mundo, y es una de las más importantes ciudades medievales del mundo. Ahí nació Vlad Tepes, el personaje real en el que se supone se inspiró Bram Stoker en su mítica novela "Drácula".

Visitamos en Turda la salina subterránea más bonita del mundo, ya explotada por los romanos, que se extiende a lo largo de 45 kilómetros cuadrados, a una profundidad de 1,2 kilómetros. Hay que recordar que la palabra "salario" -que existe en casi todos los idiomas- proviene de que a los soldados romanos se les pagaba en sal. Rumanía fue, durante dos siglos, una provincia oriental del Imperio Romano, la Dacia.

En el pueblo rural de Sibiel, recorrimos el interesante museo de las colecciones de iconos sobre vidrio.

Cluj Napoca, actualmente es la segunda ciudad de Rumanía. Ahí fue la sede del Eurobasket 2017, donde participó España. Es una ciudad con mucha vida y ambiente universitario.

Biertan y Prejmer son dos iglesias fortificadas de Rumanía que visitamos. Un total de siete, en Transilvania, forman parte del declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las iglesias, en la Edad Media, en los trayectos cercanos al Imperio Otomano no sólo eran lugares de culto, sino también de lucha y de refugio de la población cristiana.

Entre los castillos cabe destacar el de Bran -donde parece ser que situó el novelista irlandés Stoker, en su novela "Drácula", el lugar donde vivió Vlad Tepes, aunque actualmente está demostrado que nunca habitó allí. Vlad conocido como "el Empalador", creó un sistema sanguinario de empalamiento: atravesar con madera desde el ano hasta la espalda. La muerte no es instantánea. Y el sufrimiento durante cuarenta y ocho horas es aterrador, sangrando poco a poco. Así hizo con quinientos otomanos en un bosque. Además, en ese bosque simuló miles de empalamientos de otomanos vestidos con el traje del ejército. Al llegar el ejército del sultán, aún estaban vivos los verdaderos empalados y "parecía" que también miles más. Los otomanos se asustaron y regresaron rápidamente a Turquía.

El otro castillo importante es el de Peles, que fue residencia de verano de la familia real de Rumanía, construido en el siglo XIX por el primer rey del país, Carlos I.

Brasov, ciudad también de Transilvania, fue la cuna de la Revolución de 1989, que terminó con el régimen de Ceaucescu. La conocida como Iglesia negra, recibió la denominación actual tras el incendio general de la misma a finales del siglo XVII. Brasov está cerca de importantes estaciones de esquí, y es muy frecuentada tanto en invierno como en verano.

Abundantes monasterios, catedrales e iglesias, ortodoxas y católicas reflejan el sentir religioso de Rumanía. Un país en progresión, con viva historia, ciudades bellas, paisajes únicos. Un país que hay que visitar y disfrutar, sin duda.

*Presidente de TuSantaCruz