Comenzar un artículo recordando que un ayuntamiento es el gobierno más cercano al ciudadano puede resultar una perogrullada. Pero comenzar un artículo recordando que a un ayuntamiento le compete, entre otros objetivos, realizar una serie de estudios para lograr un buen desarrollo económico, y que esto sea una realidad este año en nuestro Ayuntamiento chicharrero, no es, precisamente, una evidencia generalizada en cualquier consistorio. Pero sí en el que rige la vida de los ciudadanos de Santa Cruz, que, sin grandes alharacas, ha recibido del Ministerio de Hacienda el informe que lo sitúa en lo alto de una escala que le permitirá reducir impuestos, pagar a los proveedores bajando el tiempo de demora y reforzar el gasto social y los servicios públicos. La tesorería y solvencia están garantizadas ante el documento del Ministerio. Este Ayuntamiento atraviesa, pues, un momento en el que no se botan al barranco proyectos socioeconómicos y urbanísticos que interesan a la ciudad. Y en ello camina empecinado el alcalde, José Manuel Bermúdez, quien, tras su llegada al Consistorio y encontrándoselo en una quiebra técnica, no se achantó lo más mínimo llegando a esta actualidad de máxima solvencia, lo que le permitirá abordar, por fin, varias prioridades como el Plan General de Ordenación Urbana y dentro de este todo lo que concierne al barrio de El Toscal y otras realizaciones que el ciudadano espera medio harto.

Por otra parte, casi todo el mundo tiene claro que Santa Cruz se va a beneficiar por dos asuntos: uno, en el horizonte cercano (elecciones); otro, las dichosas microalgas que han sacado a la luz unas vergonzosas deficiencias que soporta todo nuestro litoral, desde Añaza hasta Igueste de San Andrés, incluida Las Teresitas, desde hace cuatro décadas. A pesar de las formidables y, a la vez, ridículas controversias aparecidas por todas partes, algunos nos hemos decantado desde un principio por separar la caca de los organismos acuáticos. Ha estado transparente el concejal de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Santa Cruz, Dámaso Arteaga, quien, en declaraciones a nuestro periódico, manifestó que la necesaria ampliación de la depuradora de La Hondura cuesta 32 millones de euros?, que el Estado se ha comprometido a asumir. Pero, indudablemente, las obras que comenzarán en breve no se terminarán en dos días. Finalizarán, según el alcalde, dentro de dos años. Mientras, el Consistorio continuará con el estricto control de las aguas de nuestras playas, incluidas las del Roque de las Bodegas, Igueste, San Andrés, Acorán y Añaza. La solución definitiva -continúa Arteaga- "para el vertido cero y un tratamiento de todas las aguas residuales, pasa por la ampliación de la depuradora de Buenos Aires". Totalmente deteriorada, añadimos nosotros, y abandonada por gobiernos municipales, insulares y regionales anteriores. Somos un pueblo tan lastimoso que algún incapaz todavía sigue presumiendo por ahí de puestito. Más daño lo ha puesto el Ayuntamiento de La Laguna, que vierte sus "cosas" en Santa Cruz y se niega ahora a abonar el servicio que se le presta. Increíble.

El alcalde Bermúdez no debe olvidar, sin embargo, que le aguardan ciertos e importantes retos: el Templo Masónico, el Palacio de Carta (hoy en un "impasse"), la Escuela de Artes y Oficios, el cementerio de San Rafael y San Roque, el Parque Viera y Clavijo, la Escuela de Comercio, la Plaza de los Patos (desde hace tiempo con una ridícula valla que la rodea), la solución a la Plaza de Toros, desterrar la idea de disponer de barquitos con mando a distancia en la charca sucia y estropeada de la otrora bella Plaza de España, terminar de demoler el negocio de aparcamientos denominado mamotreto, los accesos a la playa de Las Teresitas volviendo a la idea original? En fin, el chicharrero espera que todos los emblemáticos casos citados, y otros más como los malos olores de Chamberí, la arboleda de Méndez Núñez o reducir el coste de 67.000 euros diarios que cuesta limpiar la ciudad, reciban el tratamiento idóneo que una capital como la nuestra se merece?, antes de que se caiga en la desidia.