Por primera vez en la historia de Canarias, una administración pública reconoce que hemos de compensar las pérdidas causadas a los agricultores por una actividad ambiental. Es más, el Cabildo de Tenerife se compromete con semillas para que el próximo año se siembre al menos una superficie similar, aportando parte de las pérdidas sufridas por los agricultores. Enhorabuena a agricultores y Cabildo, ya que estamos necesitados de una nueva política agroambiental, comprometida entre Medioambiente y los productores.

Quiero pensar que para los próximos años vamos camino de entender que la política ambiental y agraria forman parte de un todo, y que la lucha contra los incendios sea mucho más que máquinas, helicópteros y torres o drones de vigilancia. Los campesinos, los agricultores, los pastores, el arado, como herramienta ambiental. Lo que han conseguido un grupo de agricultores del norte de la isla, como lo ganado por un grupo de ganaderos pastores trashumantes en las cumbres de Tamarán.

Entendemos que los próximos años tendremos más jóvenes haciendo surcos en las tierras balutas, y en algunos casos los abuelos se sientan animados y dignificados. Otro campo y otra sociedad son posibles, donde la siega y la trilla sean actividades agro-ambientales; nada de mundos separados cargados de cortocircuitos o las tierras cubiertas de zarzas, tojos, magarzas, cenizos, granadillos, aulagas, etc., etc.

Gavia que beban de Fuerteventura a Garafía; comiencen con el arado y la semilla de recuperación de otra cultura, otro paisaje y otro paisanaje que anime social y demográficamente; que el mundo rural deje de perder población. Los habitantes y la actividad económica en nuestros pueblos, donde los niños tomen biberón con gofio del país, al menos en igualdad de demanda con el que nos manda la Nestlé de cuatro, cinco y hasta ocho cereales tostados y molidos, lo que en Canarias llamamos gofio, que se produce sin apenas venenos y química, nada de transgénicos, y que es también una alternativa en la lucha contra la polilla guatemalteca de las papas.

Que nuestro cereal sea una garantía contra la propagación de incendios, tanto hacia el monte como hacia las zonas pobladas, como ocurrió con las tierras labradas en torno al Camino de los Guancheros, el 31 de julio de 2007, que evitó que el fuego se propagara hacia San Juan de la Rambla y La Guancha.

Cultivo en hojas, barbecho, agricultura y ganadería, pueblos rodeados de tierras labradas, complementariedad entre campo y ciudad, entre agricultura y turismo, seguridad para la población en caseríos sin matorrales de maleza en el patio de la casa.

El paisaje que tenemos entre La Guancha y El Palmar, en el que se sembraron menos de cien hectáreas de cereal, es parte de un modelo ambiental y socialmente lamentable, extensible de Garafía a La Oliva, en el que las zarzas y las helecheras rodean la casa consistorial de El Tanque, como referencia de lo que no debemos hacer.

La gestión del monte, el arado y el barbecho son compatibles, los monocultivos y las mono modas nos empobrecen.

¡Enhorabuena, campesinos!