Asistí este verano a un curso magistral de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander, impartido por el catedrático de Derecho Constitucional José María Peña, bajo el título "De la Restauración a la II República".

Uno de los atractivos de la UIMP es, además de la actividad académica, su importante componente cultural. Dentro del mismo, los Martes Literarios ocupan un lugar preferente. Escritores de talla mundial como el holandés Cees Nooteboom o referentes españoles como Care Santos, entre otros, fueron los elegidos este año.

En la semana que estuve en la UIMP, ese Martes Literario correspondió al escritor argentino Rodrigo Fresán. El literato, con una interesante vida personal, desgranó con detalle su aventura literaria. No terminó la enseñanza primaria porque desde muy joven tenía claro que quería ser escritor, y se pasaba horas, días enteros, en la biblioteca de su barrio bonaerense.

Empezó, y continúa haciendo periodismo, como otros grandes de la literatura como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar u Oswaldo Soriano, entre otros, siendo muchos años corresponsal extranjero en Barcelona, cuidad donde reside desde hace veinte años. No le gusta el fútbol, pero sí le interesa mucho Bob Dylan.

Fresán habló de las relaciones humanas. Las redes sociales hay que saberlas manejar en su justa proporción, ya que hay personas que nunca van a conocer a sus mejores amigos.

Desde el punto de vista artístico, el escritor argentino considera que Andy Warhol y Philip Marlowe fueron el presente alternativo, ya que su muerte se produjo en el momento preciso.

Todavía hoy hay una necesidad muy grande de que nos cuenten historias, como los cuentos nos entusiasmaban cuando éramos pequeños.

Fresán habló también del esfuerzo del lector. Sus historias son complicadas para el lector. No son lineales, pero, como indica el propio escritor, le cuesta mucho escribir sus novelas, que, a su vez, exigen esfuerzos del lector.

La literatura puede salvar a la humanidad. La ficción -William Shakespeare en especial- nos brinda paradigmas.

Todo lector de pequeño quiere parecerse al héroe de las novelas; luego, al autor de las mismas; más tarde, a cómo está contada la historia, y, por último, al estilo de la novela. Dentro del mismo, los escritores que hay que encumbrar son Miguel de Cervantes, Franz Kafka, William Faulkner y James Joyce.

La más importante novela de Fresán, "La velocidad de las cosas", ha sido considerada como una nueva y audaz propuesta narrativa, un despliegue espectacular de talento llamada a convertirse en la novela de culto de toda una generación.

Rodrigo Fresán está embarcado ahora en una trilogía, de la que se conocen por ahora "La parte inventada" y "La parte soñada", esta última publicada en 2017. Invención, sueño y memoria caracterizan estas dos novelas. Es interesante la idea de que, en los reflejos de la invención, del sueño, del recuerdo y de la memoria, estén a la vez tres de los engranajes que pueden mover la máquina de narrar.

"Difícilmente me voy a enrolar en un barco ballenero de un capitán loco, pero puedo vivirlo en un libro", recalcó.

Las novelas de Rodrigo Fresán tienen caos, y, al mismo tiempo, mucha lógica. El universo de Borges en el siglo XXI.

*Presidente de TuSantaCruz