Es comprensible que tras el cataclismo financiero y social del Festival de Música de Canarias o la papa caliente del alquiler vacacional, algunos hacedores de lo público se vean obligados a recurrir al refugio filosófico de Bauman. El sociólogo polaco, curiosamente desconocido entre la cada vez menos versada clase política, representa la lucha infatigable contra el individualismo y la desigualdad de una sociedad clasista por naturaleza. Preconizador del pesimismo social a la vez que duro enemigo de los efectos nocivos de la época contemporánea, acuñó un término que sorprendentemente ha salido a la palestra en estos últimos días: la modernidad líquida. Leía hace poco en un periódico que el nuevo consejero de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Isaac Castellano, fue supuestamente captado por la magia de las letras de Bauman, tomando como referencia su ineludible obra "La vida líquida". Por un momento, y en un ejercicio de atrevimiento, intenté buscar similitudes entre el ideario político del genio polaco y el dogma abstracto de Coalición Canaria; era evidente que mis intenciones no tuvieron el resultado esperado, porque la colonia Brummel de CC y el Dior de Bauman eran tan contrapuestos como la noche y el día. Sin embargo, de aplicarse la teoría que refleja "La vida líquida" en la nueva gestión de Castellano como responsable de Turismo, cambiaríamos el formato político existente del "da igual lo que hagas porque el jefe manda" al "no hay líderes sino asesores, dado que, entre otras cosas, los valores y estilos han sido privatizados". Siendo realistas, una de las principales prioridades será encarar el alquiler vacacional y obtener un beneficio social del turismo intentando impregnar de solidaridad un sector abrigado con quilates. Pues bien, si siguiera el dictado de Bauman, enfocaría el estado de la cuestión sabiendo que el alquiler es un producto que tiene fecha de caducidad, por lo que es necesario renacer y orientar el modelo. Si esta obra es su libro de cabecera, sabrá que el beneficio social del turismo es una quimera si nos fijamos en que "el aglutinamiento del negocio en pocas manos y la persecución de la eficiencia nos lleva a desechar modelos válidos" que actualmente no cuentan. Si aplicando estas instrucciones sociológicas en las metas de una consejería apática no se consigue el objetivo, la otra opción que le queda al político es calzarse los tenis de trail y salir corriendo para el monte. Como segunda opción, seguir con su carrera de psicología, que por otra parte completaría un currículo envidiable dentro de la formación académica del grupo de gobierno. Suerte al nuevo consejero, o como diría Bauman, "aunque no exista una buena solución para algún dilema y si ninguna de las actitudes sensatas y eficaces nos acercan a la solución, no te comportes irracionalmente y busca la opción más plausible". Que el cargo no empañe las buenas intenciones.

@LuisfeblesC