Tal y como estaba supuesto, el Gobierno de Rajoy sacó adelante el techo de gasto contando con el valioso voto de Coalición Canaria y la no menos relevante abstención estratégica de Nueva Canarias que ha hecho oídos bastante sordos a la ofensiva de Podemos sobre el PSOE pidiendo "explicaciones" por el sesgo de sus coligados electorales (curiosas explicaciones que no se aplican a las divergencias entre la propia Podemos y sus convergencias en Cataluña). En ese contexto, la posición del PP de Canarias se torna cada vez más difícil en el sentido de que se le recortan sus posibilidades de amenazar con transformarse en una oposición parlamentaria dura en el caso de no entrar en el Gobierno.

Sin saber cómo terminó el encuentro "bis a bis" entre Clavijo y Antona celebrado ayer, el sentido común señala que los populares canarios tendrán que reblandecer sus exigencias tanto en materia de áreas de gobierno (sillones, como se dice ahora despectivamente) como en sus pretensiones de rebaja de la fiscalidad canaria. Esta última propuesta cuenta no solo con la oposición de cabildos y ayuntamientos, que perderían oxígeno presupuestario, sino que esta mal vista también por los responsables de Hacienda en Madrid, que consideran un poco chusco pedir pasta allí y dejar de recaudar aquí.

Al presidente Clavijo le conviene que el PP entre en el Gobierno. Más que por lo que le pueden aportar en esta legislatura (quebraderos de cabeza en la redistribución de áreas de gobierno, más que nada) por lo que supone de establecer una alianza duradera de cara a un futuro Parlamento probablemente más fragmentado de lo que ya está este. Pero esa conveniencia está condicionada por una moderación de las aspiraciones de poder ejecutivo del equipo de Antona que quiso entrar pisando más fuerte de lo que probablemente fuera viable.

El PP de Canarias va a tener que elegir entre colaborar desde fuera, porque a la fuerza ahorcan, o aceptar un reparto de consejerías a la medida del mapa político que conviene a Coalición. Esa es la clave en la que se maneja la complicada situación actual. Si aceptasen los términos de Clavijo, al PP le quedaría la asignatura pendiente de vender ante los medios de comunicación y a través de ellos a la ciudadanía que el acuerdo logrado constituye un éxito negociador y bla bla bla. Ya saben, lo de siempre. Una tarea que no es sencilla, porque cuando uno pone el listón demasiado alto, cualquier pequeña rebaja de los objetivos es contraproducente. Pero en Canarias, ya se sabe, las cosas de la política, buenas o malas, son flor de un día y en un par de meses, ande yo caliente y ríase la gente.

Las declaraciones de Asier Antona no dicen nada de esto. "Si estamos en la oposición nada ni nadie nos puede poner un bozal en la boca o atar las manos", dijo ayer. El presidente de los populares canarios se ha cargado a las espaldas el peso de seguir amenazando a Coalición con el apocalipsis si no hay acuerdo. Y esa es la cosa. Que lo habrá. Pero no será el que él está pensando.