Un tipo se muere. Aparece en un ascensor que está descendiendo. Cuando se abren las puertas se extiende ante sus ojos un paisaje extraordinario. Lagos inmensos, terrazas de verano, chicos y chicas en bañador bebiendo cócteles. Una piba impresionante se le acerca y le dice que está en el infierno y que tiene un par de días para visitarlo. Así lo hace. Juega al golf, navega por los lagos, participa en orgías, bebe como un cosaco... Al segundo día, con una resaca de morirse, si ya no estuviera muerto, sube en el ascensor y se va al cielo.

Cuando se abren las puertas se encuentra un lugar impresionante. El cielo está plagado de grandes maestros y pensadores, la gente disfruta de conciertos de música clásica, hay recitales a cada rato hechos por los grandes poetas y los ángeles van repartiendo bandejas con dulces. El tipo pasa dos días y decide que le gusta más el infierno. Se va al ascensor, baja y se encuentra un panorama terrorífico: llamas, dolor, sufrimiento y un demonio lleno de pústulas y dientes que le está esperando.

El tipo le dice que se ha equivocado de piso, que él iba al infierno. "Este es el infierno", le dice el diablo. "Pero yo estuve aquí el otro día y no era así". "Bueno es el marketing de nuestra empresa. Cuando vino la primera vez era un aspirante. Ahora ya le tenemos en plantilla".

El Partido Popular ha decidido negociar con Coalición Canaria su incorporación al Gobierno de las Islas. El anuncio ha venido acompañado de declaraciones de María Australia Navarro amenazando a los nacionalistas con que si no los dejan entrar que se atengan a las consecuencias, cosa que no ha gustado mucho a la otra parte. Los nacionalistas están por negociar, pero tienen su propio estilo.

Y es que después de abrirse el ascensor de los Presupuestos Generales del Estado, el paisaje que el PP de Canarias entrevió con anterioridad ya no es el mismo. Mariano Rajoy considera muy valioso el apoyo de la diputada Ana Oramas, el voto 175, presidenta también de la supercomisión del pufo de las cajas y el rescate bancario. Y para asegurarse ese apoyo, nada mejor que tener las cosas en Canarias exactamente como están: en equilibrio. Unos apoyan aquí y otros apoyan allá.

Madrid aceptará las negociaciones, pero desde luego no está por cargarse su actual entente con Coalición. Por eso, en vez de un amable, fraternal y sonriente Clavijo, los del PP podrían encontrarse ahora, a la salida del ascensor, con un demonio con cuernos muy largos y dientes afilados encarnado en José Miguel Barragán y el manual de negociaciones "decúbito prono" de Coalición Canaria. ¿Y el paisaje idílico de merendarse, además de la vicepresidencia, cuatro poderosas Consejerías? Pues difícil. Los frescos lagos, en la infernal política canaria, pueden convertirse muy fácilmente en un mar de lava ardiente donde, como decía Dante, se churruscan las esperanzas.