La conquista de Canarias por Castilla confrontó dos universos: el Neolítico y el Renacimiento, y un gran desajuste. De África, antes de la instalación de las factorías pesqueras en su costa, sabíamos de las cabalgadas canarias para hacerse con esclavos, de las incursiones de navíos de Berbería en las islas orientales y de la existencia de un desierto desolado.

No todo era neolítico hasta que llegaran los castellanos a la región. Al-Ándalus, califatos, almorávides, almohades y dinastías posteriores no podían permanecer en él. Lo que es menos conocido es lo que está ocurriendo en latitudes aún más meridionales que nuestro archipiélago en el continente africano.

En el Congreso de Berlín de 1865, las potencias colonialistas europeas y las sociedades africanistas invocando la expansión de la civilización pretenden impulsar el colonialismo, considerando al continente "terra nullis" (sin propietarios). En realidad, desde siglos atrás en África ya existen imperios. No solo está Marruecos sino que en el linde del Sahel, se han desarrollado distintos imperios y dinastías, como los de Ghana, Mali y Songhay. El gran peso económico regional se basa en las caravanas de esclavos, oro y sal, que desde el Golfo de Guinea llegan al Mediterráneo; como reconoció Julio Caro Baroja, la esclavitud por antonomasia (mundialmente) fue la africana. Sudán es el país de los negros, Bidán de los blancos. El islam convive con el animismo, y se da si no un sincretismo, sí un islam de suma creatividad en la arquitectura y la piedad. Se constituye en el linde del Sáhara con el África tropical un polo de erudición y difusión el islam, con varias ciudades que son verdaderos focos culturales.

A finales del siglo XVI, esos imperios y ciudades míticas como Tombuctú, Gao o Djenné son muy codiciadas. El sultán Al-Mansur forma un ejército al mando de Yuder Pacha -un almeriense- compuesto básicamente por moriscos y renegados españoles, que tomará Tombuctú; Ortega y Gasset dirá que constituyó la mayor hazaña de españoles nunca realizada en África, si bien bajo patrocinio marroquí. Al mezclarse aquellos hispanos, como acostumbraban, constituyeron un grupo social que perdura hasta hoy. El filósofo Ismael Diadié, descendiente de moriscos anteriores, custodia la biblioteca familiar de Tombuctú: un inaudito y grandioso patrimonio escrito. Ya antes de que Castilla llegara a Canarias, más al sur, en el continente, nuestros aborígenes estaban en clara desventaja con aquel, porque ya existe no solo la escritura sino la literatura religiosa. Moriscos, renegados, es decir otros españoles, dan nacimiento a otra literatura, que será la histórica.